Trujillo y el Vaticano (1 de 2)

Trujillo y el Vaticano (1 de 2)

FERNANDO INFANTE
Con el auspicio de la Federación de Abogados, Manuel-Arturo Peña Batlle diserta en el Ateneo Dominicano la noche del 1 de julio de 1951, tratando el tema «Matrimonio y Divorcio en Santo Domingo». En su conferencia, esa esclarecida inteligencia expresa: (…) «está bien que el Estado, esfera laica del poder civil, orgánico y reglamento el matrimonio como expresión del consentimiento de las partes; pero eso no impide que el Estado (…) le dé a los contrayentes la posibilidad legal de unirse en matrimonio canónico, incluso en la indisolubilidad, si ellos desean hacerlo así» (…)

Diez días después el diario El Caribe publica una carta del doctor Héctor R. Galván refiriéndose a esa conferencia, y dice que «debido a ella el matutino La Nación ha iniciado una encuesta acerca del divorcio y de sus proyecciones sociales» (…). Agrega el doctor Galván que «un estudio sereno de la conferencia, que en el fondo el castizo escritor, autor de la misma, parece desear o insinuar la creación de un ambiente propicio a la concertación de un Concordato que pueda estar gestionándose con la Santa Sede» (…). El Caribe, «considera de supremo interés público la sugestión relativa a la cuestión del Concordato hecha por el doctor Galván» y procede a invitar a 33 notabilidades de la vida nacional a exponer sus puntos de vista sobre tal posibilidad.

Así, al inicio del decenio de los años cincuenta comienza a emerger una etapa de cooperación internacional, dentro del marco más caliente de la Guerra Fría, que acerca la Iglesia de Pío XII y el régimen de Rafael L. Trujillo en un plano de mayor dimensión al que habían mantenido hasta entonces. A ambos líderes los caracterizaba sus claras posturas anticomunistas y en su acercamiento se perfilaba cada vez más un intermediario de iguales sentimientos ideológicos radicales, como lo era Francisco Franco, a favor de quien Trujillo se había esforzado ante la política de Washington contraria a que fuera admitido en las Naciones Unidas; y, cuando dos años más tarde, en 1953, España y los Estados Unidos firmaron un acuerdo que hace a las dos naciones miembros de la defensa del mundo occidental contra la agresión comunista, Trujillo, regocijado, declara a la prensa internacional que tal convenio «ha de ser acogido con genuina satisfacción por todos los pueblos libres».

La fuerte vinculación de alta política establecida entre el Estado dominicano y El Vaticano se mantendrá casi hasta el final de la década. Se hace notoria la designación de Oscar Robles Toledano en 1953 en calidad de delegado ante las Naciones Unidas. Este cultísimo sacerdote va a ser organismo «para combatir con las armas de la fe y caridad cristiana» (…), y con esas armas hace un violento ataque al delegado soviético Andrei Vishinski y lo acusa de «torpedear» la conferencia de paz en Corea.

En el país la Iglesia Católica adquiere mucho mayor relevancia; el apoyo oficial para esa institución se fortalece y amplía recibiendo mayores «bienes y mercedes» a partir de la firma del Concordato en junio de 1954, «de líneas similares al firmado un año antes por España, el cual destaca la adhesión del pueblo dominicano bajo la rectoría de Trujillo a los ideales de la Iglesia Católica», según reseña L’Observatore Romano.

El Vaticano, por su parte, crea nuevas circunscripciones eclesiásticas para la República Dominicana y así surgen la diócesis de Santiago, Higüey y la prelatura de San Juan de la Maguana, «como un reconocimiento del papel que desempeña en defensa de la fe católica» de acuerdo al vocero oficial de la Santa Sede.

Entre 1956 y 1959 varias iniciativas confirman de parte del gobierno dominicano su sólida adhesión a su alianza anticomunista con la Santa Sede. A los pocos días de concluido el Congreso Internacional de la Cultura Católica que se celebró «con el auspicio del gobierno dominicano y el Papa Pío XII», entre el último día de febrero y el 6 de marzo de 1956, el arzobispo Octavio Antonio Beras transmite al Presidente Eisenhower el mensaje de el Presidente Héctor Trujillo y el Generalísimo Trujillo, recomendando al Congreso la intervención del presidente norteamericano en favor del establecimiento de planes de relaciones diplomáticas entre El Vaticano y los Estados Unidos. Por otra parte, surge una encuesta solicitando la opinión de numerosos intelectuales sobre el llamado «sistema hostosiano» en la escuela dominicana.

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