Trujillo y el Vaticano (2 de 2)

Trujillo y el Vaticano (2 de 2)

FERNANDO INFANTE
En marzo de 1957 Trujillo anuncia su intención de crear una cátedra de Moral Profesional Católica en la universidad, “destinada a los futuros miembros de las profesiones liberales, para inculcarles los principios saludables del catolicismo” (…). Al año siguiente se crea en el país una congregación mariana y también se autoriza la institución del Patronato Nacional San Rafael para la región fronteriza y otros lugares, “cuya finalidad será procurar la elevación y en nivel religioso, cultural” (…).

El Arzobispo de Zaragosa, monseñor Casimiro Morcillo, en el discurso que pronunció durante la firma del Contrato que establecía dicho Patronato dijo: “Corresponde la gloria plena de esta trascendental obra al Generalísimo Trujillo, (…) que en un momento particularmente decisivo para la vida de su pueblo fue a Roma a firmar con la Santa Sede un histórico documento que definía y clarificaba la órbita de acción de ambas potestades”.

A partir del año siguiente, o sea 1959, la situación política entraría de manera rápida en una etapa crítica para el régimen de Trujillo. Un nuevo Nuncio, Lino Zanini, quien desempeñaba esas funciones con carácter interino en Irán, fue trasladado a Santo Domingo y su llegada significó un cambio inmediato en las relaciones entre la Iglesia y el régimen. En su discurso, correspondiendo a las palabras de bienvenida que le dio monseñor Octavio Beras en la Catedral, Zanini dijo: “Cúmpleme tributar el merecido homenaje a quien la gratitud nacional no duda en llamar Benefactor de la Patria y al cual le cupo la gloria de haber firmado el Concordato destinado a estrechar cada vez más las relaciones entre la Iglesia y el Estado”.

Con esas palabras estaba la nueva autoridad papal en el país haciendo un reconocimiento postrero al viejo aliado, quien, por los nuevos tiempos resultaba una inconveniencia política de vista al porvenir para la Iglesia que, con la sabiduría milenaria que acumula ha sido diestra en adelantarse a los acontecimientos y, por lo que dijo el Arzobispo de Zaragosa, se pudo intuir que en Trujillo, la carcoma del tiempo minaba su permanencia en el poder desde hacía años.

Por eso cuando llega el 31 de mayo de 1961, la sólida e inconmovible institución política y religiosa cuyas directrices emanan desde El Vaticano ya estaba apercibida para el rol directriz en la vida nacional que asumiría, el cual se ha ido acentuando inversamente proporcional a la quiebra y agotamiento de los partidos políticos en la República Dominicana, como es cada vez más evidente.

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