Trujillo y los soberanos

Trujillo y los soberanos

La entrega de los premios “Soberano” acaparó la atención de gran parte de la población, pero en la palestra se mantuvieron por más tiempo las expresiones del bachatero Anthony Santos que muchos calificaron de inapropiadas para ese escenario. Particularmente se destacó su exaltación de la figura del dictador Rafael Leónidas Trujillo representada por su exclamación “Viva Trujillo” en pleno desarrollo de su actuación.

El señor Santos ha dado múltiples declaraciones tratando de minimizar su destemple y, en parte, ya la opinión pública casi abandona el tema, dejando de lado el resultado global de la premiación, incluido el “Gran Soberano” otorgado a Héctor Acosta (El Torito) y los detalles relevantes de actuaciones memorables, escenografía, coreografía y conducción del evento.

Pasado el furor de los “soberanos”, donde unos cronistas, que parecen desconocer el significado auténtico de la palabra “arte”, mezclan al pueblo folclor y vulgaridad con una pizca de arte para premiar mansos y cimarrones, con Trujillo y rabos que se comen, pero que también se pisan, llega un notición sobre otros soberanos, que el gobierno denomina “bonos”, colocados en el exterior, afirmando su equipo económico que se trata de un “éxito que refleja la confianza de los inversionistas extranjeros” siendo en realidad un préstamo más, no una inversión, aumentando, de repente, en mil millones de dólares más nuestra deuda externa, para acercarla más a lo impagable o a la “externidad”.

La gran paradoja es que Trujillo, dictador, tirano y negador de libertades, ha sido el único gobernante que la historia registra como liquidador de la deuda externa, para vergüenza de los, dizque demócratas, que han diezmado la soberanía nacional empeñando al país inescrupulosamente.

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