Nueva York.- Acusado de un conflicto de intereses, Donald Trump prometió encargar a sus hijos y otros representantes la gestión de su emporio inmobiliario, una nebulosa internacional que hasta ahora dirigía autocráticamente.
«Aunque la ley no me obligue, dejaré mis negocios antes del 20 de enero para concentrarme a tiempo completo en la presidencia. Dos de mis hijos, Don y Eric, además de ejecutivos, los manejarán. Ningún nuevo contrato será aprobado durante mi(s) mandato(s)», escribió la noche del lunes en su cuenta Twitter úrealDonaldTrump.
En paralelo, anunció que en enero realizará una conferencia de prensa sobre el futuro de sus negocios.
Desde su elección se han multiplicado las acusaciones en su contra sobre un conflicto de intereses al acceder a la Casa Blanca y el manejo de sus negocios.
La Trump Organization es un emporio opaco, que no cotiza en bolsa y que tiene actividades en 20 países, desde Escocia hasta Emiratos Árabes Unidos, con hoteles, clubes de golf y rascacielos residenciales. La empresa no provee ninguna cifra y Trump se niega a hacer pública su declaración de impuestos, por lo que los datos que circulan son contradictorios.
Según PrivCo, especializada en información sobre empresas que no cotizan, la compañía empleaba a más de 22.000 personas y el volumen de negocios llegó a 9.500 millones de dólares en 2014. Pero la valoración de la fortuna de Trump es controvertida: el presidente electo reivindicó tener 10.000 millones de dólares, mientras que la revista Forbes la estimó en 3.700 millones y Bloomberg en 2.900 millones en 2015.
El modelo económico, sin embargo, es una clara señal del estilo de marketing del magnate. Lejos de las grandes inversiones de los años 1980, como la Trump Tower inaugurada en 1983 y que hoy es su centro de operaciones antes de asumir la presidencia, su actual compañía principalmente entrega licencias de su nombre para proyectos que no ejecuta.
Por ejemplo, la Trump Tower de Manila, un lujoso rascacielos de 57 pisos y actualmente en construcción, no es propiedad del presidente electo, aunque ya recibió unos 5 millones de dólares porque la torre lleva su nombre, indicó el canal CBS.
Estilo autocrático. El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, nombró como emisario especial de su gobierno en Estados Unidos al presidente de la empresa que construye el proyecto en Manila, José Antonio, despertando suspicacias sobre los conflictos de intereses.
Con los años, Trump -quien dice que le «encantan las deudas»- también ha adquirido varios préstamos, a menudo de acreedores difíciles de identificar, lo que aumenta los temores de que ellos puedan influenciar al futuro presidente.
Aunque los acreedores están en las sombras, en contraste el estilo de administración es claro, opina William Klepper, profesor de liderazgo empresarial en la universidad de Columbia.
Trump es un «tipo de líder que comanda», indica el catedrático. «Tiende a decir a la gente qué hacer más que a preguntarles lo que piensan», añade. Es un estilo «más autocrático», pero eso «no es inusual en una empresa familiar», explica Klepper, observando que este modelo «no funciona tan bien» en compañías más maduras o al frente del gobierno estadounidense, donde se esperaría «un estilo de líder más colaborativo».
Por más ramificada que sea la Trump Organization, sigue siendo un negocio familiar. Alrededor del presidente Trump están sus tres hijos Donald Jr., Eric e Ivanka, todos vicepesidentes de su empresa. Aunque sus últimos tuits parecen descartar a Ivanka de la gestión de las empresas en el futuro, esto se debe a que ella y su influyente esposo, Jared Kushner, podrían ser sus consejeros en la Casa Blanca, según algunos medios estadounidenses.
Otros miembros de la Trump Organization subieron de escalafones por su devoción al millonario. Matthew Calamari, jefe de operaciones, empezó a trabajar en 1981 como agente de seguridad después de haber impresionado a Trump por neutralizar a un atacante en la abierto de tenis US Open.
Lealtad también por Allen Weisselberg, discreto director financiero del grupo, que trabajó para el padre de Donald Trump antes de unirse a la Trump Organization como controlador de gestión en los años 1980.
Pero con sus hijos al frente de las empresas y absteniéndose de firmar nuevos contratos durante su mandato, los múltiples conflictos de intereses continuarán, estima Robert Weissman, presidente de Public Citizen, una ONG que promueve la transparencia en política.
«Hay solo un modo de resolver el conflicto de intereses, vender el negocio familiar» o «los negocios deberían estar bajo el control de un gestor de bienes, cuya primera acción debería ser venderlos», opina Weissman.