Washington. La Casa Blanca atribuyó ayer martes la renuncia de Michael Flynn como asesor de seguridad nacional a que el presidente de EE.UU., Donald Trump, perdió la confianza en él tras enterarse de que mintió sobre sus contactos con Rusia, en medio de numerosas peticiones en el Congreso para investigar lo ocurrido.
En su rueda de prensa diaria, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, negó que la salida de Flynn, que ha provocado la primera gran crisis del Gobierno de Trump, se deba a una cuestión “legal” por sus conversaciones con el embajador ruso en Washington, Sergey Kislyak, sobre cuyo contenido mintió al vicepresidente Mike Pence y a otros altos cargos.
De acuerdo con Spicer, Trump fue informado semanas atrás de que Flynn no había dicho la verdad sobre sus contactos con Kislyak y, después de evaluar el asunto, el nivel de confianza en su asesor “se erosionó” hasta el punto de que sintió que “tenía que hacer un cambio”.
Hasta ahora no estaba claro si Trump estaba al tanto de que, a finales de enero, el Departamento de Justicia advirtió a la Casa Blanca de que Flynn podía estar en una posición comprometida por sus contradicciones sobre sus contactos con Kislyak, e incluso ser vulnerable a posibles chantajes del Kremlin.
Pero Spicer contó que Trump sí fue informado al respecto el pasado 26 de enero y, aunque concluyó junto con su equipo legal que no hubo violación de la ley por parte de Flynn, decidió pedirle la renuncia por una “cuestión de confianza”.