Lamentablemente dentro de la clase política latinoamericana, y de la oligarquía, ha habido quienes han mirado y sentido de manera muy estrecha – si es que algo – el sentimiento de dignidad, principios, honor patrio. Hace unos años un empresario me dijo, dinamitando mis oídos y provocando una erupción en mi pecho, que la desgracia del país era que los norteamericanos se habían retirado en 1924. Hay quienes nos han estado diciendo, y hasta exigiendo, que olvidemos la historia, que no seamos “idiotas” y no escuchemos “cuentos chinos”. Barack Obama fue un gran presidente–aunque algunos piensan todavía que el “olmo pueda dar peras”– (lo dije al revés pero es igual). En buena medida y en varias ocasiones hizo cosas que no habría hecho otro presidente, o las habría hecho diferente. Estados Unidos es una gran nación que juega – siempre jugará – un papel relevante en el escenario mundial aunque ante la presencia de nuevos actores, y otros transformados, ya no impera como antes y como muchos pensaron que imperaría después de la evaporación de la URSS. Una parte creciente de estadounidenses lo comprenden y no se sienten menos por eso; son los que apoyaban a Obama. Otra parte se resiente y desvela ante fantasmas; son los que apoyan a Trump.
He dicho antes que la región y EE.UU. iniciarían un verdadero proceso de gestión común a partir del momento en que se nos vea como compañeros de viajes y no como maleteros de un VIP monárquico al que se debe seguir y obedecer sin chistar. La era en que un rugido debía hacernos temblar e inclinarnos sumisos ha quedado atrás y ahí debemos dejarla, aunque se resientan algunos intereses oligárquicos. Quienes crean que la confrontación con México es meramente una posición migratoria están cometiendo un craso error estratégico. Cualquier país tiene derecho a establecer reglas migratorias internas y hacer una muralla o un cráter; es su decisión, pero también su responsabilidad y debe asumirla plenamente, incluyendo, por supuesto, sus costos. Aplicar aranceles de 20% -como pretende Trump -es, cuando menos, una tontería, siendo delicado, estos los pagan el país importador y sus consecuencias son para comerciantes y consumidores. El problema crítico es que detrás hay una cuestión de principios para los nuevos gobernantes que rechazan el libre comercio. Suspirar con alivio y hasta con alegría porque Washington se salga del TPP y ello, eventualmente, abra ese mercado a textiles regionales es, vuelvo a ser delicado, otra tontería. Trump dijo que al futuro todos pagarían esos aranceles. Si mantiene esa línea el golpe alcanzará el DR-CAFTA, que todavía algunos idealizan.
No dejemos solo a México ahora como hicimos en el pasado. Cuando ese mismo país en agosto de 1982 declaró incapacidad de pago iniciando la crisis de la deuda, si toda la región lo hubiera apoyado habríamos podido negociar, en ese momento, con ventaja, pero aceptamos migajas para aislarlo. Poco después pasó igual con Brasil. Consecuencia: nos sacaron el tuétano. Seamos solidarios y unámonos, solo así podremos salir mejor.