Trump y la teoría del loco

Trump y la teoría del loco

La teoría del loco como estrategia consiste en mostrarse antes los enemigos como alguien impredecible, que está dispuesto a ir al combate por cualquier eventualidad, para de esta manera disuadirlos de actuar contra los intereses propios. 

Se piensa que Daniel Ellsberg, en sus conferencias en el seminario de Henry Kissinger en Harvard en 1959 puede haber sido quien presentara por primera vez la teoría del uso político consciente de las amenazas militares irracionales.  

Solo que él, la llamó uso político de la locura y señaló que cualquier amenaza externa sería más creíble si la persona que amenaza es percibida como no totalmente racional. Ellsberg nunca imaginó la posibilidad de que un presidente de Estados Unidos utilizara una estrategia de esta naturaleza. Sin embargo, estaba convencido de que el comportamiento irracional podía ser una herramienta útil de negociación.  

Ellsberg hizo una contribución notable a la teoría de la decisión con la llamada paradoja de Ellsberg que en síntesis plantea que las decisiones en condiciones de incertidumbre no pueden ser compatibles con probabilidades subjetivas bien definidas. 

RICHARD NIXON Y LA TEORÍA DEL LOCO 

Al primer presidente estadounidense que se le atribuye el uso de la teoría del loco es Richard Nixon, el presidente que en 1974 fue forzado a renunciar a su segundo mandato por el escándalo de Watergate, que consistió en el robo de documentos en las oficinas del Comité Nacional Demócrata, en el Complejo Watergate en Washington y el posterior intento de su administración de encubrir a los responsables.  

La finalidad de la teoría del loco, en la política exterior de Nixon, era intimidar a la Unión Soviética y a Vietnam del Norte. Nixon quería que los norvietnamitas pensaran que el haría cualquier cosa con el fin de parar la guerra de Vietnam, incluso un ataque nuclear. Obviamente no se utilizaron armas nucleares en Vietnam, pero este relato era parte de la estrategia de intimidación de Nixon. No obstante, quedó claro que las tácticas de aquella estrategia (bombardeo sobre Vietnam o incursión en Camboya) no lograron concesiones de Hanói, ni restringieron la capacidad operativa de las fuerzas vietnamita. 

Sin embargo, la historiadora Joan Hoff sostiene que no hay confirmación de que Nixon haya empleado la teoría del loco. Dice que Nixon sabia bastante sobre política exterior para suscribir un enfoque tan simplista y que es más probable que sea cierto cuando se aplica a Trump porque sobre política exterior no sabe nada. 

DONALD JOHN TRUMP Y LA TEORÍA DEL LOCO 

Estados Unidos tiene en la actualidad un presidente autoritario que para dicha del multilateralismo concluye su presidencia el próximo miércoles 20 de enero de los corrientes. A Donald Trump le atrae el poder y se ha rodeado de consejeros que no han podido o no han querido guiarlo por un rumbo predecible. Colaboradores que, entre otras aberraciones, han defendido el uso de la tortura, los abusos, las prisiones secretas, cambios de regímenes por la vía violenta en Irán, Corea del Norte y Venezuela. 

Basta recordar, para citar un solo caso, el papel clave en el pasado de personas como John Bolton, uno de sus asesores de seguridad nacional, en la politización de la inteligencia para justificar la guerra de Irak o cuando como embajador en Naciones Unidas manipuló inteligencia para hacer declaraciones falsas en la Asamblea General y el Consejo de Seguridad respecto de Cuba y Siria. De acuerdo con Melvin A. Goodman, investigador principal del «Center for International Policy» Secretarios de Estado como Colin Powell y Rex Tillerson no lo aceptaron como Secretario de Estado Adjunto debido a sus visiones extremistas y el trato brutal a sus subordinados. 

Pero a Trump no le importan las consecuencias de sus acciones. No porque siga la teoría del loco. Ni siquiera por una pantalla, sino porque no tiene o al menos eso ha mostrado, una escala de valores morales conocidos. Su estilo de vida, sus berrinches en Twitter y su accionar político muestran a un ser egoísta que no tiene la más mínima preocupación por las cosas políticamente correctas.  

Trump no es un teórico, no sabe nada de política exterior y no comprende el multilateralismo. De manera que no estamos ante alguien que utilizó la estrategia del loco. Lo que tenía Estados Unidos era un presidente con muchos traumas, problemas y con una percepción de la realidad extraviada que tuvo la determinación de granjearse la estima de sectores marginados por las principales fuerzas políticas de Estados Unidos y sobre todo la suerte de aprovechar distintas coyunturas que le permitieron estar en el lugar adecuado en el momento preciso. 

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