Trump y Sanders o el descontento popular

Trump y Sanders o el descontento popular

Las primarias presidenciales en los Estados Unidos de América son complejas, complicadas, los candidatos se determinan por una combinación del voto popular directo que asigna un número determinado de delegados. La cantidad de delegados apropiados a un precandidato varía según el Estado, unos reparten los delegados proporcionalmente a la cantidad de votos que obtengan, mientras otros los dan todos al que alcance mayoría simple. Además, tampoco es universal la forma de votar en las primarias, en unos Estados simplemente se acude a los centros de votación y se deposita el voto, como se hace aquí, algunos conforman colegios electorales cerrados en los que seguidores de un candidato pueden tratar de convencer a los opositores para que apoyen al por suyo, luego de pasado un tiempo prefijado, los ciudadanos votan.
Los precandidatos requieren un mínimo de delegados para ser declarados candidatos, esta cantidad no es igual en los dos partidos, los republicanos necesitan llegar a 1,237 delegados, mientras que para los demócratas son más, pues tienen los denominados súper delegados. En las convenciones de los partidos, al final de las precampañas, los delegados están obligados a votar por sus precandidatos. Generalmente, los que han alcanzado el número mínimo de candidatos, son designados candidatos oficiales; si ningún precandidato no lo ha alcanzado, negocia para conseguir los votos que le faltan para ganar la nominación; si luego de la primera ronda de votaciones en la convención no hay candidato, los delegados quedan libres de votar por quienes quieran, de esa manera se intensifican las negociaciones.
Las primarias que celebran los dos partidos puede decirse que son algo atípicas, en cada uno compiten personas que no han sido miembros tradicionales de esos partidos; en el caso republicano, Donald J. Trump, y en el demócrata Bernhard (Bernie) Sanders. Trump es un rico empresario del área de bienes raíces, como lo fue su padre. Sus inclinaciones políticas, conservadoras, lo acercaron al partido republicano, aunque en el pasado fue contribuyente de los demócratas y negoció con ellos según sus asuntos se lo requerían. Sanders es un senador independiente, podríamos decir que “pobre», por el Estado de Vermont, que generalmente vota con el grupo demócrata, dada su visión liberal. Así las cosas, ninguno de los dos había sido considerado parte integral de esos partidos.
Tanto Trump como Sanders han tocado fibras sensibles en el electorado estadounidense que los ha apoyado a pesar de sus discursos fuera de las líneas partidistas de republicanos y demócratas, con lo cual han demostrado fehacientemente que una masa considerable de cada partido está descontenta con las políticas que han seguido sus gobernantes en el pasado, especialmente los últimos veinte o treinta años.
Bernie, como se le conoce popularmente, no tiene, matemáticamente, oportunidad de conseguir la nominación, sin embargo, sigue luchando vigorosamente, con un discurso que favorece a la clase media y los pobres; sus planteamientos han resonado especialmente en la juventud. Internacionalmente, también parece ser el favorito frente a Hillary Rodhan Clinton, quien ayudada por su esposo de seguro logrará la nominación. El propósito de Sanders, probablemente, sea influenciar la futura plataforma de gobierno de la señora Clinton.
La precampaña presidencial ha sido dominada por señor Trump del partido republicano, quien indiscutiblemente ha contradicho cientos de analistas que pronosticaban desde el principio que su precandidatura no duraría un mes por la descarnada forma como hace sus comentarios sobre temas políticamente incorrectos. Al momento que se escriben estas líneas es el virtual candidato de su partido habiendo derrotado dieciséis.

Trump ha ofendido a las mujeres, a los mejicanos (latinos), a los musulmanes, ha amenazado con rechazar tratados que llevan años de vigencia como el Tratado de América del Norte entre Canadá, USA y Mexico, también “peleado”con la cúpula directiva de su partido, con muchos de sus compañeros precandidatos, con los gobernantes en su capital, con los muy ricos, dice que recuperará los empleos perdidos a China, etc., no obstante, sigue delante. Todo muestra un gran descontento del electorado estadounidense con el denominado el “establishment” de Washington.

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