“Trumponomics”

“Trumponomics”

Donald Trump prometió impulsar el crecimiento económico, esencial para “hacer a América grande otra vez”, slogan clave de su campaña. En Estados Unidos han llamado como “Trumponomics” a lo que a lo que se intuye que es la percepción – no se ha estructurado ni definido lo que podría considerarse como una “política” – de una estrategia económica. Comoquiera, lo que en definitiva llegue a ser es todavía muy pronto para saber lo que va a pasar. La economía norteamericana no está en mal momento y aunque cualquier indicador positivo que se anuncia el presidente se lo anota como un tanto, lo cierto es que un error en economía tiene efectos inmediatos, su corrección o la inducción de medidas estimulantes tienen efecto en el mediano y largo plazo. Después de un escuálido crecimiento del PIB de 1,2% en el primer trimestre para el segundo se remontó a una tasa anualizada del 2,6% impulsada por un aumento del consumo privado, fuerte motor de la economía, de 2,8% y 4,1% de incremento de exportaciones así como un auge de la inversión empresarial. Ante la incertidumbre de qué se pretende hacer, y qué finalmente se podrá hacer, el FMI ha hecho una proyección a la baja de la economía.
Sin el estímulo fiscal prometido ni un auge de inversiones en infraestructura el organismo internacional prevé un crecimiento del 2,1% – muy lejos del 3% ofrecido – en 2017; igual en 2018 y los años inmediatos apenas 2%. El FMI dice que aunque hay muchos proyectos el gobierno “aún no tiene un plan de políticas articuladas” e incluso afirma que aun con indicadores positivos el modelo no está funcionando “para generar un crecimiento de ingresos amplio y compartido”. Además, refiriéndose al plan presupuestario, considera que los recortes “parece que van a dejar el peso del ajuste de una forma desproporcionada en los hogares de ingresos medios y bajos”. Su gabinete es de multimillonarios, exbanqueros y especuladores financieros.
En ese escenario ni el programa gubernamental toma forma ni muchas de las políticas anunciadas parecen viable en el panorama político capitalino. Muchos economistas estiman que la percepción de Trump es anticuada centrándose en energías fósiles, la construcción y la industria pesada que eran “adecuados en el siglo XX”. Se teme que la visión nacionalista de Trump, entiéndase proteccionista – generará una guerra comercial lo que sería catastrófico en un país en que el 25% del empleo en la manufactura depende de las exportaciones. Con mentalidad empresarial considera que siempre hay que ganar y no comprende la dinámica del comercio internacional por lo que no quiere tener déficits comerciales aunque se declara que es “amigo del libre comercio si es justo”, traducido: si EE.UU. gana. En seis meses ya ha abandonado importantes espacios internacionales. ¿Se saldrá también de la OMC? Que nadie se atreva a apostar que en un tuit no lo anuncie de momento. Aspirando al 2020 debe llegar convertido realmente en el mayor productor de empleo que “Dios haya creado”, como prometió.

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