pronostican una sesión muy dinámica este lunes en la Bolsa de Atenas, que reabrirá tras haber estado cinco semanas cerrada, esto en tanto se prepara un tercer plan de ayuda internacional a Grecia, país con una enorme deuda y escasa liquidez, archivo
Atenas. En la recta final de las negociaciones con los socios, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, buscó hoy el apoyo del Parlamento al paquete de reformas propuesto, en un esfuerzo por mostrar fiabilidad hacia afuera y cohesión interna.
A lo largo de la mañana se fueron sucediendo las reuniones de los grupos parlamentarios o de las directivas de los partidos para analizar el último pliego de propuestas.
A falta del debate y voto final que se espera para pasada la medianoche, el ambiente que predominaba entre los partidos proeuropeos, todos menos comunistas y neonazis, era de apoyo, en la línea del respaldo dado ya el pasado lunes a Tsipras para negociar, aunque sujeto a un resultado que garantice la permanencia en la eurozona.
La reunión que aparentemente se presentó como la más complicada -hubo pocas filtraciones sobre su desarrollo- fue, como cabía esperar, la del propio partido de Tsipras, Syriza, donde desde un principio ha habido una corriente contraria a violar las promesas electorales de acabar con las políticas de austeridad.
Tsipras pidió el apoyo “cerrado” de sus filas a las decisiones “importantes” que debe tomar el Gobierno.
“Hemos recibido un mandato para traer un acuerdo que sea mejor que el ultimátum que nos dio el Eurogrupo, pero desde luego no nos han dado un mandato para sacar a Grecia de la eurozona”, dijo Tsipras, citado por una fuente del Gobierno. “A donde hemos llegado, hemos llegado todos juntos.
O continuamos juntos, o nos marchamos todos juntos”, añadió.
Algunos medios señalaban que en esta reunión, tres diputados proclamaron abiertamente su disidencia a través de una carta, en la que insistieron en que si no hay un programa que ponga fin a la austeridad y ofrezca una quita de la deuda, es mejor salirse del euro.
La carta no aclara si los diputados tenían pensado votar en contra, como tampoco lo reveló el ministro de Energía, Panayotis Lafazanis, quien ayer rechazó firmar la propuesta y hoy aseguró que “no es compatible con nuestro programa».
“El ‘no’ del pueblo en el referéndum no puede traducirse en un ‘sí’ humillante”, dijo Lafazanis a los medios al entrar en la reunión del grupo parlamentario, y a su salida rehusó decir cómo votaría esta noche.
El partido de Tsipras, el izquierdista Syriza, tiene 149 diputados, y con su socio nacionalista, los Griegos Independientes, suman 162, once por encima de la mayoría absoluta.
También la reunión de los Griegos Independientes tuvo sus más y sus menos, hasta el punto de que fue interrumpida durante una hora, porque el líder del partido, Panos Kamenos, solicitó reunirse con Tsipras para pedirle una serie de aclaraciones.
Aunque se da por descontado que Tsipras cuenta con el respaldo de buena parte de la oposición para este proyecto, necesita obtener una mayoría propia para poder salvaguardar la estabilidad del Gobierno.
Con el voto de hoy, Tsipras obtendrá tan solo luz verde para negociar las propuestas enviadas a los socios, pero no para un acuerdo final, que deberá ser sometido a votación una vez que se alcance.
Uno de los principales condicionantes será si el gobierno consigue arrancar a los socios un compromiso para hacer la deuda más sostenible.
Grecia solicitó el miércoles formalmente el tercer rescate por un total de tres años y un volumen de 53.500 millones de euros, fondos que destinará exclusivamente a la devolución de préstamos a los socios.
A cambio, el Gobierno se compromete a un amplio catálogo de reformas que contiene una serie de subidas de impuestos -directos e indirectos-, aumentos de las cotizaciones sociales, así como reducciones de las pensiones.
Entre los puntos más destacados figuran la subida del IVA a los restaurantes del 13 % al 23 %, el incremento de las cotizaciones a la Seguridad Social, la eliminación progresiva de los subsidios a las pensiones más bajas, así como un aumento del IRPF, del 11 % al 13 %, el tipo mínimo, y del 33 % al 35 %, el máximo.
Además, contempla una amplia reforma del sistema de pensiones, con eliminación gradual de las jubilaciones anticipadas y la fusión de los fondos de pensiones suplementarias, que deberán financiarse exclusivamente con las cotizaciones de los trabajadores.
En el gasto de defensa se queda, en cambio, por debajo de lo que pedían las instituciones y en lugar de un ahorro de 400 millones de euros, ofrece 300 millones.