Tu vida depende de tus hábitos…

Tu vida depende de tus hábitos…

         Aprender a pensar rectamente es una de las más valiosas enseñanzas que cualquier padre puede desear para sus hijos. De cómo se formen las ideas depende en gran medida la manera en que cada cual interpreta las informaciones que le dan sus sentidos. Un hombre de las cuevas creerá que quienes habitan en el cielo están enfurecidos cuando caen rayos y hay truenos; un jovencito moderno puede que sepa tanto sobre electricidad como supo el genial Benjamín Franklin.

         Hay un interesante pensamiento, muy a propósito de mi tema de hoy, atribuido a Gandhi, acerca de cómo se forman los hábitos y su importancia para cada persona. El abogado, filósofo y político hindú Mohandas Gandhi (1869-1948), padre de la independencia de la India del imperio británico y reformador social de vasta influencia, recibió de parte de su compatriota el gran poeta bengalí Rabindranat Tagore (premio Nobel de Literatura en 1913) el apodo de Mahatma, que quiere decir “alma grande”. Muchos conciudadanos le llamaban sencillamente “Bapu”, o “padre”.

         La idea, aparentemente apócrifa pero muy en consonancia con la filosofía del Mahatma, es esta:

“Cuida tus pensamientos, porque se volverán palabras. / Cuida tus palabras, porque se volverán actos. / Cuida tus actos, porque se harán hábitos. / Cuida tus hábitos, porque forjarán tu carácter. / Cuida tu carácter, porque formará tu destino. / Y tu destino será tu vida…”. 

         Cuidar los pensamientos es algo que recomendaba Lord Alfred Tennyson. El iluminado espiritual del sub-continente asiático, Buda, sobre cuyas enseñanzas se fundamenta el budismo, aconsejaba estar alerta para prevenir que la mente incurra en pensamientos negativos o contraproducentes.

         Esta cuestión de cómo la propia mente puede cuidar a uno de sí misma, una gimnasia que posibilitan la voluntad y la consciencia, no corresponde sólo a los misteriosos líderes espirituales de Oriente. El judaismo, el cristianismo y el Islam, las tres principales religiones monoteístas de Occidente, también proponen que cada individuo debe cuidar sus pensamientos para evitar el pecado.

         Y hasta los ateos, para quienes la moral no depende de ninguna revelación divina, entienden que vivir rectamente contribuyendo a la bondad, la paz y otros bienes comunes, implica ajustar los pensamientos dentro de una franja positiva.

         ¿Por qué será entonces que tanta gente insiste en desconocer el vínculo o cadena indicado por Gandhi que une nuestras ideas, cómo pensamos, a nuestra realidad, cómo vivimos?

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