Tulio Quírico expone “Trópico Sagrado”

Tulio Quírico expone “Trópico Sagrado”

Siempre se descubren nuevos artistas. Los hay que han cursado una carrera y se lanzan al mundo de la creación. Los hay autodidactas y trabajan en la intimidad de su casa. No solamente los hay jóvenes, sino de todas edades. Es así cómo se ha revelado, en la Galería de la Alianza Francesa,  Tulio Quírico, un creador insólito, que presenta en Santo Domingo su primera muestra individual, que se ha formado solo, que desde hace más de un cuarto de siglo elabora las obras más diversas e inesperadas, a partir de desechos y elementos encontrados.

Fuera de un temperamento especial, no se le puede apreciar y juzgar de manera convencional, ya que él hace un arte de recuperación, transformando objetos y residuos inservibles o desgastados, en una suerte de resurrección artesanal y artística.

Personalidad y obras.  La exposición se ha estructurado en dos partes -que corresponden a salas y espacios-, una puramente pictórica con cuadros de temática religiosa, la otra con las más variadas materias primas y formas de reaprovechamiento. La coherencia del conjunto, que alguien desprevenido podría considerar una formulación colectiva y no una individual, proviene del espíritu que la anima… y de la personalidad singular del autor.

 ¿Quién es Tulio Quírico, morador orgulloso de Santo Domingo Este? ¿Cabría valorarlo como un artista “naïf”, popular, primitivo, según los calificativos acostumbrados, por oposición al artista culto y académico? De hecho, las obras expuestas lo identifican simplemente como un hombre con gran fuerza vital, a la vez un artista y un artesano, creador y creyente, libre y exigente en sus resultados, ¡de inspiración, imaginación y producción inagotables!

El magistral sociólogo recién desaparecido, Claude Levy-Strauss, de ideología contraria a una cultura establecida, expresaba que: “El arte se inserta, a mitad de camino entre el conocimiento científico y el pensamiento mítico o mágico, el artista, con medios artesanales, confecciona un objeto material, que es, al mismo tiempo, objeto de conocimiento”, y también sostenía que “lo propio del pensamiento mítico es expresarse con ayuda de un repertorio cuya composición es heteróclita”.   Es exactamente lo que comunica la exposición de Tulio Quírico, de título evocador y puesto por él mismo, “Trópico Sagrado”, y, por cierto encontramos allí los dos polos de su realidad existencial, que  reflejan y motivan su creatividad: la efervescencia tropical, el fervor religioso.

Observamos que Tulio Quírico es un artista de curiosidad insaciable,  simultáneamente experimental y apasionado, cuya inspiración genera dos clases de obras, una sacra, referida a ceremonias y oficios religiosos, temas bíblicos y hagiografía, la otra, aparentemente cotidiana y mayormente relacionada con la naturaleza –flora, fauna y paisaje-.

Arte religioso.  Sobre tablas, o sea pedazos de madera reciclados,  integra su fe rastafari, a través de representaciones de escenas de la Biblia, santos, jerarcos sacerdotales, celebraciones, que obviamente emanan de un devoto.

El ha investigado no solamente su imaginería tradicional, sino también ha aprendido el idioma oficial de Etiopía, la lengua amárica: aparte de inscripciones que acompañan las figuras, transcribió la oración del “Padre nuestro” en aquel alfabeto, un panel que llama particularmente la atención. Al mismo tiempo, él rinde homenaje al legado de África en esa trascendencia cultural.

 Con la mayor deferencia, una visión y un sentir místico se convierten aquí en arte sacro. El culto, profundamente anclado en el artista, es, en la pintura,  figura, forma y color la calidad del dibujo, de la paleta, de la factura, señalan que Tulio ha estudiado -aunque solo-  tanto el concepto como la técnica, que los ha practicado extensamente, y que ha llegado a una verdadera iconografía, que recrea modelos seculares y testimonios históricos.

Interpretación de la Naturaleza.  Tulio Quírico, interpretando elementos naturales, produce también pinturas “profanas” y fabrica entonces objetos ornamentales, sino hermosos en su totalidad, que traducen equilibrio, armonía y esmerada terminación. Una increíble ingeniosidad va aprovechando y transformando los desechos y las cosas descartadas, su contribución propia al medio ambiente y la preocupación ecológica.

La flora -hojas, frutas, flores, árboles, más reales que imaginarios- y la fauna -peces, cocodrilos, ave, insectos-  cobran una nueva vida y nuevas dimensiones,  con las manos y la mente de Tulio. Una botella vieja se metamorfosea en una piña transparente.  Fragmentos de metal y de madera gestan una cayena y un follaje fantásticos. Recortes y monedas en desuso instrumentan a un colibrí sorprendente. Y las palmas son de oro, gracias a la magia del cobre  recuperado…

Ahora bien, si reflexionamos, nos preguntamos si, en el arte de Tulio Quírico, hay un arte sagrado  versus un arte y una artesanía profanes. Siendo un hombre religioso  fundamentalmente, las obras que (re) inventa y produce, son imágenes de la Creación – con una C mayúscula -. No exageraríamos al afirmar que  el mito y la mística lo animan, lo inspiran, lo guían, cuando él se adueña de aquellos desechos y los transfigura. Con raras excepciones, las obras, exhibidas en la Alianza Francesa, podrían todas comentarse como ejemplos… de una personalidad con una inspiración esencial, sin trabas ni límites.

La exposición de Tulio Quírico, “Trópico Sagrado”, que debemos ver y analizar con mirada diferente, es una manifestación que corresponde además a una corriente y  práctica creciente en nuestro país, por el arte de recuperación que ya resaltó en impresionantes murales, realizados en Santiago y  Santo Domingo. 

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