Tumulto en la Suprema tras lectura de veredicto Quirino

Tumulto en la Suprema tras lectura de veredicto Quirino

POR LEONORA RAMÍREZ S.
Cayeron en el piso las plañideras. Los amigos y hermanos tiraron por la ventana la solemnidad impuesta en la sala de audiencias de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) y protestaron rabiosamente por el ha lugar a la extradición hacia Estados Unidos de Quirino Paulino Castillo, implicado en el tráfico de 1,387 kilos de cocaína.

Minutos antes de escuchar la decisión de la Cámara Penal de la SCJ, el imputado conversaba con los abogados Carlos Balcácer, Freddy Castillo y Félix Damián Olivares, quienes lo consolaban, como presintiendo el desenlace.

A las 10:05 de la mañana, mientras Guillermina Cruz leía las ponderaciones de la sentencia, Paulino Castillo, el hombre más poderoso de la fronteriza provincia de Elías Piña, lloraba y oía el frenético silencio de sus entristecidos compueblanos.

Pero la suerte estaba echada. El contingente de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), con más aparatosidad y exhibicionismo que en audiencias anteriores (hasta un joven alistado filmaba el proceso), se preparaba para aplicar las estrategias de seguridad que las circunstancias demandasen.

Al conocerse el veredicto de los jueces Edgar Hernández, Hugo Alvarez Valencia, Julio Ibarra Ríos, Dulce María Rodríguez y Víctor José Castellanos, hubo que sacar al imputado por la puerta trasera del recinto, debido al desorden que protagonizaron los dolientes de Paulino Castillo que vociferaban toda clase de improperios, quizás por la pena de saber que no lo verían nunca más.

Los oficiales encargados de la seguridad no pudieron contener la furia de los hombres, algunos de los cuales golpearon a fotógrafos y camarógrafos que tomaban imágenes del suceso, ni a las mujeres que rodaron por el suelo producto de la histeria.

«Eso es un abuso», «Aquí no hay justicia», «Esos jueces se vendieron», «Leonel (el Presidente de la República) es un traicionero porque él financió la campaña del PLD en el Sur», «Ahora es que se va a saber la verdad, vamos a decir cuáles funcionarios de este gobierno se beneficiaron de Quirino». Esas y otras frases se escucharon en los pasillos, las escalinatas, y en las afueras de la SCJ.

Paulino Castillo, oriundo de Comendador, Elías Piña, fue arrestado el 18 de diciembre del 2004 mientras transitaba en un lujoso carro Mercedes Benz por la 27 de febrero con Núñez de Cáceres, en el Distrito Nacional, en compañía de su esposa Elizabeth Ubrí, quien está en libertad bajo fianza.

Al prevenido se le vincula con el contrabando de 1,387 kilos de cocaína, incautado ese mismo día en una camioneta que guiaba Tirso Cuevas Nin, quien viajaba en compañía del teniente coronel Lidio Arturo Nin Terrero. En el expediente también figura el casacambista Eleuterio Guante, quien guarda prisión en Najayo junto a los ya citados.

ACUSACION EN USA

El 21 de enero del 2005 Estados Unidos formalizó el pedido de extradición, ya que se le imputan cinco cargos de conspiración en una Corte de Nueva York, por su alegada participación en una red de narcotraficantes que opera en distintos países del Caribe.

En su provincia natal y en San Juan, Paulino Castillo posee plantaciones agrícolas, hoteles, discotecas, factorías de arroz y una finca ganadera de primera calidad.

Y además, en Santo Domingo tiene gasolineras, agencia de venta de vehículos y discotecas.

La SCJ acogió, en su sentencia, la incautación de US$7.0 millones o su equivalente en pesos, tal como requerían las autoridades norteamericanas.

El apresamiento y pedido de extradición de Paulino Castillo suscitó una serie de especulaciones y debates en el país, debido a que durante ese proceso trascendió que el imputado habría financiado las campañas políticas del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC).

También se cuestionó su ingreso en las Fuerzas Armadas, pues era capitán del Ejército Nacional, aunque antes de su arresto ya había sido excluido de las filas militares.

Los mayores generales retirados José Miguel Soto Jiménez y Jorge Radhamés Zorrila Ozuna, jefes de las Fuerzas Armadas y del Ejército Nacional, respectivamente, en el pasado gobierno de Hipólito Mejía, mantuvieron un enfrentamiento por la responsabilidad que a cada cual le competía en su reclutamiento.

LO VI Y LE DI UN ABRAZO

Antes de que se dictara el veredicto, la tensa calma que reinaba en la Sala de Audiencias se rompió cuando el comentarista Víctor Gómez Casanova, del programa radial «El Gobierno de La Mañana», intentó entrevistar en exclusiva, previa conversación con los oficiales de la DNCD, a Paulino Castillo.

Los periodistas que cubren la fuente protestaron agriamente, porque entendían que se trataba de un privilegio que no estaban dispuestos a permitir.

Gómez Casanova abandonó las gestiones, saludó a los periodistas y todo quedó en santa paz.

Quien ya no tenía paz era Quírico Paulino, el padre del prevenido, el cual aseguró que estuvo con él el miércoles en la celda de la DNCD donde guardaba prisión, y donde también estuvieron la esposa de Paulino Castillo y los ocho hijos de éste.

«Qué le puedo decir, estoy destrozado… solamente lo vi y le di un abrazo», refirió Paulino al abandonar el área donde estaban apostados seis policías contramotines del Campamento Duarte, que impedían el desorden en la parte exterior de la SCJ.

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