Turismo agro, eco y sostenible y su potencial para ser un modelo de desarrollo local

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¿A quién no le gustaría probar una deliciosa pasta de chocolate recién hecha, sentir el olor del café tostado ya bajo el peso de un gran pilón, compartir con los campesinos el momento en que la tierra da sus frutos y después ir por un sendero hasta las aguas renovadoras de un río?  Los que disfrutan solo con la idea pueden alegrarse, pues esas actividades y muchas más son posibles a partir de una tendencia incipiente: el agroecoturismo.

Se trata del turismo que incluye elementos de la agricultura y la ecología y es para aquellos que además de querer descansar y disfrutar la naturaleza, aspiran a participar de los procesos productivos trascendentes que sostienen la vida.

El agroecoturismo es una promesa por el equilibrio sostenible entre la naturaleza y los agrosistemas, y al desarrollo social, económico y cultural de las comunidades rurales.

Según el profesor mexicano Héctor Santiago Romero, su característica básica es la de proporcionar servicios, productos y entretenimientos tanto en espacios naturales poco alterados por los humanos, como en los que ya han sido dedicados a la agricultura, la ganadería, la piscicultura, la producción maderera o todas a la vez.

En un ensayo para la Revista Iberoamericana para la Investigación y el Desarrollo Educativo, Santiago Romero señala que ese tipo de turismo puede incrementar los ingresos económicos de las poblaciones rurales.

Explica que, en general, el agroecoturismo ofrece a los viajantes la posibilidad de participar activamente en las actividades de las fincas, disfrutar entretenimientos, alimentos y productos agrícolas en las mismas instalaciones agrícolas y observar la naturaleza y sus diversos componentes y atributos.

El director ejecutivo de la Mesa Nacional Campesina de Costa Rica, Carlos Hernández Porras, partiendo de sus experiencias pondera el agroecoturismo como una importante alternativa económica dado el potencial del paisaje turístico y de la misma vida natural y cultural, ofreciendo nuevas opciones de empleo y nuevos ingresos, que tanto hacen falta aquí en Quisqueya la bella.

 

 

“Conforme la actividad crece cada día, más lugareños, ven la posibilidad de completar sus actividades relacionadas con la agricultura y se integran de distintas maneras en servicios: tours, comidas, artesanías, actividades culturales, alojamiento, etcétera. Generando un potencial de capacidades locales que se combinan con el esfuerzo que realizan organizaciones de las comunidades y agricultores por manejar sistemas productivos y conservar al mismo tiempo el medio ambiente y su cultura”, afirma Hernández Porras.

Cuando se piensa en este modelo en un país con la vocación agrícola y ecológica de República Dominicana, la ecuación solo apunta a grandes logros a partir de la reactivación de los campos, la mejora de las condiciones de vida de los campesinos y el despertar de un interés por la conservación de los ecosistemas.   

En fin, por sus características naturales, esta tierra del merengue cuenta con grandes potencialidades agroecoturísticas a tomar en cuenta para los próximos proyectos y la planificación estratégica de las provincias.  

Algunas iniciativas. Entre las iniciativas que se desarrollan en República Dominicana se encuentra el proyecto Ocoa Bay, en la bahía de Ocoa, que fue inaugurado por el presidente de la República, Danilo Medina, en agosto pasado con la siembra simbólica de una cepa de vid.

“En Ocoa Bay estamos muy comprometidos en desarrollar un turismo que integre e involucre a las comunidades vecinas y ofrecerles apoyo para que oferten su gastronomía y productos locales, estamos elaborando un delicioso jamón de chivo, y utilizamos los pescados de la bahía para producir sardinas encurtidas”, explicó en esa ocasión Gabriel Acevedo, director del complejo agroecoturístico.

Por otro lado, la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD) ha realizado la “Ruta Agroturística” en la región Este, en un recorrido que incluye visitar una planta procesadora de cítricos, el Parque Nacional Los Haitises, una finca de flores, los pueblos de Sabana de la Mar y Hato Mayor y las cascadas naturales en Paraíso Caño Hondo.

Sin embargo, en el país hay varias rutas agroecoturísticas. Más hacia el norte nos encontramos con “El sendero del cacao”, un proyecto situado en San Francisco de Macorís que promueve el conocimiento y la cultura del cacao desde que está en la mata hasta que se convierte en chocolate.

 

Cocoa Trail
Los visitantes conocen acerca de las bondades del cacao. Foto cortesía de cacaotour.com.

 

El Grupo Rizek, propietario de dos fincas cacaotaleras, organiza un recorrido en el que explica la producción del cacao desde la siembra y permite a los visitantes probar chocolate en distintas presentaciones. También, vivir la experiencia de sembrar una planta del “alimento de los dioses”, todo en un ambiente matizado por música tradicional.

Además, con la certificación de la Confederación Nacional de Cacaocultores Dominicanos (CONACADO), el chocolate tiene otras rutas en Yamasá y Hato Mayor, ideales para recorrer las plantaciones, apreciar todas las facetas del cultivo, recoger cacao a mano, seleccionar algunos granos y participar en las diferentes etapas del proceso.

También están la Ruta del Café en Bonao y la del Mango en Baní. La del café recorre plantaciones, muestra las distintas etapas de la cosecha, el tostado, la molienda y la elaboración de café con colador de tela.

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