Turismo, comunicación, comercio

Turismo, comunicación, comercio

El alumbramiento del turismo se origina en el comercio, los viajes, la comunicación, sin excluir la vida religiosa. El ejemplo de ciudades inicialmente construidas en márgenes de ríos, como Mesopotamia, unen el turismo con la civilización. Como es natural, las carreteras son las primeras rutas.

Al centro de dicha actividad de intercambio parece hallarse la importación para la subsistencia. El impulso de la necesidad crea el contacto sociológico.

En aquella etapa auroral el hotel era desplazado por el descanso a la intemperie y la alimentación autopreparada. Todo por necesidad vital.

El primer atractivo estético consistió en la contemplación de las pirámides egipcias, sin olvidar el propósito mercantil de quienes aprovechaban este menester para distraerse con el magno paisaje.  Los viajes de transporte de mercancías mezclaron la actividad al traslado de personas recordando el propósito de ganancia en ambos renglones. Se dice que los persas formalizaron la industria hotelera elemental al borde las carreteras.

En Grecia, el cosmopolitismo consolidó el turismo antiguo. Templo y oráculo constituyeron primigenio atractivo. También el teatro y el agua de mar. Sin embargo, la infraestructura iba con lentitud avanzando desde una simple cama para el viajero hasta otros servicios sencillos.

En Roma fue preciso que la terminación de las contiendas internas y exteriores cesaran para que floreciera la actividad turística. La paz relativa es necesaria para el auge de esta “industria sin chimeneas”. Las postas sirvieron a los viajeros de remanso para alimentarse y recobrar energías. Roma es el pueblo antiguo con vacaciones más largas. La consecuencia colateral para el éxito de la actividad viajera era clara.

El desenvolvimiento de la misma progresó en forma técnica y sofisticada. El impacto bárbaro conmovió tanto al imperio como al intercambio humano aquí analizado. La edad media cierra la comunicación, enfría las relaciones y afecta entre lamentos mercantiles la interacción, salvo el esfuerzo desplegado por la Iglesia para conservar el arte y la cultura.

Constantinopla mantuvo igualmente alguna actividad. Estudiosos añaden varios países árabes, la India, China y la Península Ibérica.

Los Cuentos de Canterbury, del abate Chaucer, reflejan en parte el desarrollo con que resurge la industria de los viajes y las posadas tras esta etapa.

El aburrimiento en la vida monástica del eminente escritor británico, genio de la narración tradicional, debió hacerle sentir muy atraído por la dinámica mercantil que domina gran parte de la vida partiendo de la etapa moderna. Los antiguos castillos y palacios vinieron a ser los hoteles de primera en la actualidad, de acuerdo a la visión histórica. Las peregrinaciones y los viajes universitarios se disputaron, y aún lo hacen, el movimiento itinerante que dio espacio a destacados hombres de letras a insuflar brillantez a la actividad.

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