Turismo comunitario con equidad de género

Turismo comunitario con equidad de género

POR EBONY LAFONTAINE
El  nombre  suena  hermoso, casi  poesía,  es  sinónimo  de unidad,   deseos  de  superación  y  preservación   de   la naturaleza a través de desarrollar un turismo rural  o  más bien comunitario.  El proyecto cuenta con dos protagonistas, uno humano y otro natural;  los habitantes de Los Calabazos

Abajo y el río Yaque

El Sonido del Yaque es un proyecto ecológico, ubicado en el kilómetro  10.5  de la carretera que va desde  Jarabacoa  a Manabao,  en una pendiente que coloca a la comunidad  entre el  río  y la loma. Surge en 1977 por la iniciativa  de  un grupo  de mujeres y hombres que entendieron que su  tierra era presente y futuro,  por lo que decidieron entenderla  y trabajarla,  disfrutarla y cuidarla.   Este  proyecto  está dirigido  por Alfonso Abréu, presidente de la  Junta  Yaque para  el  Desarrollo Sostenible del Yaque y doña  Esperanza Marte, presidenta del Club de Madres de la Nueva Esperanza, quienes con su gestión procuran aumentar la calidad de vida de  la comunidad y han convertido el Sonido del Yaque en un ejemplo de Turismo Comunitario con Equidad de Género en  la República Dominicana. Ellos  mismos nos cuentan que a finales de los años  90  se vieron en la necesidad de dejar la cultura tradicional  por los  nuevos  lineamientos  que dictaban  los  tiempos:     “dejamos el conuquismo y pasamos al ecoturismo “, nos dijo el señor Abréu.

Han    recibido   apoyo   de   organismos   nacionales    e internacionales  como  las Naciones  Unidas  y  Plan  Nagua (canadiense). Con estas instituciones también lograron los recursos  para  construir  su propia planta hidroeléctrica, es  decir,  los Calabazos tienen luz propia  o  como  ellos dicen  “tenemos  energía alternativa”;   este trabajo  lo realizaron  formando  grupos  de  tres  dirigidos  por  las mujeres.  Ya con luz, se organizan para iniciar el proyecto de  la construcción del restaurante El Sonido del Yaque, el cual  ofrece  desayuno, almuerzo y cena (comidas  criollas) elaboradas por las mujeres de la comunidad). Luego  obtienen recursos  para construir cinco cabañas  de dos habitaciones cada  una,   lo que les permite alojar ocho personas  en  cada una,  además  de  que  permiten que los  visitantes  puedan acampar en  casas de campaña dentro de la comunidad.

Actualmente  el  proyecto  recibe  visitantes  canadienses, alemanes,  franceses  y dominicanos.   Los  beneficios  que generan  llegan a las familias, por lo que cuentan  con  la participación de todos a la hora de repartirse el  trabajo.

Además,  cada familia tiene el compromiso de velar por  los hijos e hijas de los demás vecinos. Se resalta el hecho de que viven en un ambiente seguro.

ALGO MÁS

Tanto  Alfonso como doña Esperanza han viajado a Francia  y Canadá  para  capacitarse sobre temas de medio  ambiente  y recursos  naturales; ambos expresaron su  agradecimiento  a Bolívar  Troncoso, quién fue la persona  que  les  ayudó  a encaminarse por el mundo del ecoturismo, de lo cual  no  se arrepienten.  Coinciden en decir que  el  trabajo  ha  sido arduo  y  sacrificado, pero que ha valido  la  pena  por  la calidad  de  vida  de los 320 habitantes de  la  comunidad, que pasaron de casas de madera, zinc y cartón, a casas de blocks y  cemento, tienen luz y tienen el Yaque, gozan de un clima privilegiado  y  comparten el turismo con  la  agricultura. Sin  pérdida de tiempo ya están trabajando en nuevos planes de  ampliación,   mejora   y  recaudación  de  fondos  para desarrollar  los nuevos proyectos a corto y mediano  plazo, donde  los  senderos,  el área de parqueo  y  cinco  nuevas cabañas o ecoalojamientos tienen primacía. El  Sonido del Yaque es singular,  motiva al elogio,  a  la visita  y  sobre  todo a valorar nuestros campos  y  a  las mujeres y hombres que se mantienen en el trabajándolo.

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