La República Dominicana es en la zona del Caribe un referente por la alta calidad de la oferta turística.
Importantes cadenas hoteleras internacionales han hecho aquí cuantiosas inversiones para expandir la disponibilidad de alojamiento para una demanda en constante crecimiento. La capacidad hotelera siempre está bajo la presión de alta demanda de reservaciones. Las inversiones en carpeta suman cantidades de dinero respetables y los proyectos de diversificación son bastante ambiciosos.
Somos destino confiable para los vacacionistas y, cómo no, envidiable para otros países de la región que desearían acoger en sus hoteles los flujos turísticos que nos llegan desde todas partes del mundo, incluso de esas mismas naciones que compiten con nosotros en este renglón del mercado de servicios.
Una proporción importante de nuestros ingresos en divisas fuertes proviene de ese turismo en constante desarrollo y con tantas canteras no explotadas. En espera de explotación está, por ejemplo, el prometedor turismo ecológico.
Del mismo modo que debemos sentirnos orgullosos por la alta calidad de nuestra oferta turística, estamos obligados a salirle al paso a cualquier campaña aviesa que, como en otras oportunidades, pretenda sacarle provecho a un hecho aislado, como el contagio por cólera de varias personas en una villa turística de la región este.
Diálogo para un reajuste salarial
Gobierno, empleadores y trabajadores coinciden en que el poder adquisitivo del salario ha ido cuesta abajo.
Aunque una parte del sector empleador se resiste a un reajuste general y el Gobierno solo está facultado a regular el salario mínimo, todos están claros en que se necesita mejorar la capacidad adquisitiva en todas las escalas salariales. Algunos hablan de competitividad sin tomar en cuenta que el salario es una de las variables influyentes en el rendimiento cuantitativo y cualitativo del trabajador.
Enfrentar la pérdida de poder adquisitivo del salario es una tarea que requiere un gran pacto entre Gobierno, empleadores y trabajadores. No debe haber posiciones cerradas, sino una inclinación por la convergencia de los criterios hacia un punto de equilibrio. Lo único innegociable es la necesidad de un reajuste general de salarios.