Turismo presidencial

Turismo presidencial

Un análisis de los discursos de los candidatos presidenciales de cualquier país, en cualquier época,  revela que, si se creyera fielmente en sus palabras, la emoción podría impactar al corazón: Un  compromiso de trabajar por y para todos, cada minuto, cada hora, cada día, cada semana y cada mes de todos los años de sus mandatos; con ahínco, con devoción y con un espíritu de sacrificio más grande que el de Jesucristo por los cristianos. Los ingenuos se conmueven con tanta bondad y tanto deseo de ayudar a los suyos en alguien que no tiene semejanza con los dioses.

Sin embargo, lo más asombroso es lo rápido que cambian de discurso cuando ya están en el poder. Algunos son proverbiales, como el caso del dominicano Hipólito Mejía que, luego de una reunión en el Banco Central, recién posesionado como presidente dijo: “Espérense, una cosa es con guitarra y otra cosa es con violín”. La guitarra era la “chercha” de la campaña electoral y el violín era la reunión de la Junta Monetaria en el Banco Central.

El actual presidente de los dominicanos prometió, como es usual en campaña electoral, muchas cosas, pero nunca dijo: “Quiero romper mi récord anterior de viajes como turista presidencial”, sin embargo, va en ese camino. Lo interesante es que el ex presidente Mejía disfrutó por menos ocasiones de esas mieles, pero, como es su costumbre, reaccionó con desenfado rápidamente ante los primeros viajecitos y dijo: “Me está gustando este carguito” y, en buen dominicano “le cogieron la seña”  lo escucharon decir que “aún me queda mucho por hacer” y lo sacaron del juego, quitándole tempranamente el turismo presidencial. 

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