Turismo y educación

Turismo y educación

El turismo en su más  amplio significado, se ha convertido con el paso del tiempo en una de las actividades económicas más importantes de la República Dominicana, tanto por su contribución al PIB, como por su eslabonamiento con otros sectores de la economía, multiplicando su bienhechora influencia sobre la creación de empleos y la dinamización de otras actividades de la más diversa índole.

De  acuerdo a expertos en la materia, nuestro país tiene un enorme potencial inexplotado, que le permitiría continuar aprovechando el rico filón del turismo durante mucho tiempo.

Sin embargo, contrasta con esta principalía, la inexplicable desatención que a través del tiempo le han prestado a este vital sector, tanto  el gobierno central como los gobiernos municipales. 

La arrabalización de los principales polos turísticos es un tema recurrente que preocupa seriamente a los inversionistas,  que ven en peligro sus hoteles por el rechazo y la mala impresión que les causa a los visitantes extranjeros un entorno sucio, caótico y desagradable.

La apatía en solucionar el problema de las aguas servidas que contaminan las playas, con el riesgo de ser clasificadas por organismos internacionales como no aptas para ser  utilizadas, es otra de las cosas difíciles de entender para todo aquel que valora en su justa dimensión cuán dependiente es el país de esta actividad, y lo vulnerable que es la misma a factores como los mencionados.  

La seguridad pública y el tema del transporte dominado por algunos sindicatos en las áreas turísticas, son otros asuntos a los que también se les tiene que prestar especial atención.

El modelo del todo incluido ha demostrado ser exitoso en la República Dominicana, pero muy susceptible a afectarse por cualquier cambio en las variables de precios;  factores políticos y medio ambientales.

Además  de que la capacidad adquisitiva de los millones de turistas que recibimos es muy limitada. Un cambio encaminado a tratar de atraer visitantes de mayores ingresos interesados en el turismo cultural de alto nivel o de aventura, requiere además de establecimientos hoteleros diseñados y construidos para esos fines, personal con las habilidades y la educación requeridas para manejar ese nuevo tipo de turistas.Mejorar el nivel educativo de nuestra fuerza de trabajo, no solo facilitaría cambiar la manera actual de manejar el negocio turístico; también permitiría que esta pueda ser utilizada en labores más complejas  y de mayor valor agregado, en empresas industriales y en las de zona franca.Pero para que esto suceda, tienen que dedicarse montos mucho mayores a los que se han asignado al anémico presupuesto del hoy Ministerio de Educación. Todos decimos conocer la importancia de una mejor educación en la elevación del nivel de vida de los estratos de más bajos ingresos de la población.

 Dejemos las palabras y  pasemos a los hechos, concertemos  un gran pacto por la educación, que logre que las escuelas tengan mejores profesores, y alumnos a los que se le despierte la curiosidad por el conocimiento, la capacidad de pensar y la  sed de investigar.

Definitivamente sin educación no hay futuro.

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