Turismo y remesas

Turismo y remesas

La gran crisis económica que arropa al mundo hace pensar que volverán a repetir los acontecimientos que degeneraron en la Gran Depresión del año 1929.

 Esto debe llevar al ánimo de nuestros gobernantes una disminución en el gasto público, especialmente aquellos que no son necesarios.  Un ejemplo: El espectáculo de boato gastado en fuegos artificiales para la reinauguración del Palacio de Bellas Artes.  ¿Era necesario tan costoso y estruendoso acto de pirotecnia?  Por supuesto que no.

   Ejemplo como el anterior debe serle enrostrado al Gobierno y a la vez recordarle que dos de las patas principales de la mesa en la que se basa nuestro acopio de divisas están tambaleándose.  Nos referimos al turismo y a las remesas que envían los dominicanos en el exterior.

   Los ciudadanos que antes viajaban de vacaciones al exterior, por motivo de la crisis, se quedan en sus países de origen, o si deciden viajar al extranjero se movilizan a países vecinos en donde no se haga necesario el viaje por avión o en cruceros.

  Muchos poseen casas móviles que las arrastran con sus vehículos o se instalan en casas de campaña en lugares destinados a tales fines y en donde se les proporciona agua y luz a precios módicos y el pago por el espacio físico es sumamente modesto. 

   De igual modo sucede con las remesas.  Los dominicanos que habitan, tanto los Estados Unidos de América como Europa, han sufrido en carne propia los embates de la crisis, al extremo que muchos han perdido sus fuentes de trabajo y hoy están amparados por la seguridad social, lo cual les permite apenas de manera precaria, sobrevivir.

 Por estas imprevistas circunstancias no pueden seguir enviando los cheques que mensualmente enviaban a sus familiares en el país.  En efecto, muchos compatriotas que se encuentran en estado de indocumentados en los Estados Unidos de América y en Europa, están confrontando el acoso de los funcionarios de migración y en donde los encuentran para ser atrapados, son deportados o, en el peor de los casos, recluidos en lugares especiales en espera de que un tribunal los juzgue, quedando su suerte a un veredicto, la mayoría de los casos muy adversos para ellos y su familia.

   Los momentos actuales son de reflexión y cordura en la utilización de los exiguos recursos que percibimos del extranjero.  También hemos recibido un duro impacto, al tener que cerrar innumerables empresas de zonas francas, debido a la fiera competencia que nos hace la China Continental y que al discurrir el tiempo se irá acrecentando.  El panorama para nuestro país pinta como se dice “color de hormiga”, teniendo como única salida el abocarnos a emprender un plan de ahorro y austeridad, mediante la eliminación de gastos suntuarios hasta que esta crisis mundial se conjure.  De no entender nuestro Gobierno lo anterior y persistir en lo que ellos denominan “el blindaje”, que el Señor nos coja confesados.

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