¿Tuvo el Estado un origen deportivo?

¿Tuvo el Estado un origen deportivo?

El eximio filósofo español José Ortega y Gasset, publicó hace algunas décadas  un original ensayo titulado “El Origen Deportivo del Estado”, cuyos planteamientos a todas luces guardan  ciertas distancias con autores clásicos que han conceptualizado sobre el Estado y su génesis.

 Aunque a primera vista la tesis del prominente pensador parece exagerada, tiene aspectos que pueden considerarse interesantes, por surgir de una inteligencia superior, caracterizada además por salidas metafóricas e ingeniosas.

De  su variada producción se destacan obras maestras como Meditaciones del Quijote, España Invertebrada, la Rebelión de las Masas y En torno a Galileo.

En su innovadora versión sobre el tema que nos ocupa, dice que las tribus primitivas aparecen divididas en tres clases sociales, que no son  ciertamente económicas, como sostiene la tesis socialista, sino la clase de los hombres maduros, la de los jóvenes  y la de los viejos.

Según su criterio la primera organización social no divide el grupo en familia, sino en lo que él ha llamado “clases de edad”, y que de las tres la que predomina por su poder y autoridad, es la de los jóvenes.

Se pregunta sobre  lo acontecido en el tránsito de la horda informe a la tribu organizada, y se responde que ha lugar una de las acciones más geniales de la historia humana. Los jóvenes deciden robar las mozas de hordas lejanas.  Pero para robarlas hay que combatir, y nace la guerra.

Con la guerra que el amor inspiró se origina la autoridad, la ley y la estructura social.  La vida en común inspira la idea de construir un albergue estable.  Y de esta forma ocurre que la primera casa que el hombre edifica no es la casa de la familia aún inexistente, sino el casino de los jóvenes, donde se realizan  ritos, acciones deportivas y otras actividades como cantos, danzas y banquetes. Un “club” donde les estaba prohibido ingresar a los hombres maduros, mujeres y niños.      

El filósofo que falleció en 1955 explica que la vida aparece siempre como un esfuerzo de dos tipos: el que hacemos por la simple delectación de hacerlo, y el obligado por una necesidad que tiene su expresión en lo que suele el hombre llamar trabajo. Considera a la actividad deportiva como la primera, como la más elevada en la vida.

 Le basta a su propósito presentar en el origen del Estado un ejemplo de la fecundidad creadora residente en la potencia deportiva, y sostiene que el gran proceso político ha sido obra de la juventud, en su condición de amador, guerrero y deportista.

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