Tuvo ocasión

Tuvo ocasión

PEDRO GIL ITURBIDES
Los resultados de la encuesta patrocinada por este periódico, y que realizó la firma Gallup, refleja el disgusto de un alto porcentaje de la población por la situación económica. Ninguno de los empadronadores me pidió mi opinión. Por suerte para el Superior Gobierno.

Porque de habérseme incluido en la muestra, mi testimonio habría tornado tétrico el panorama que sale a relucir en la publicación. Y para evitar que todavía la visión no se haga más pavorosa, sugiero que, en el futuro, no se adopten muestras aleatorias, no sea cosa que apliquen un cuestionario a Rossy, mi esposa.

¡Rossy tiene mucho que contar! ¡Porque, ay Dios mío, cómo marcha nuestra economía! ¡No hay modos ni maneras de relacionar ingresos y salarios, por mucho que se extiendan los pobres pesos! Y entre tanto, la marcha publicitaria marcha adelante, siempre adelante, sin echar atrás. Porque únicamente se habla de crecimiento económico. Pero es un crecimiento que se concentra en sectores muy selectos de la economía. Y sobre todo, en sectores muy especializados de la clase política.

La verdad sea dicha, Hipólito Mejía resultó electo en el año dos mil porque al doctor Leonel Fernández se le estaba sacando con la sábana por un canto. Si pudo retornar al poder fue debido al cúmulo de yerros en que, continuamente, cayó Hipólito. En buena medida, promovió la candidatura de Leonel creyéndose dueño de la cosa pública. Y a él cuando le tocó, como a Leonel cuatro años antes, se le sacó con la sábana por un canto.

Pero Leonel tuvo oportunidad de hacer un gobierno diferente a las últimas administraciones de la cosa pública en el país. Pudo encabezar un gobierno con alto grado de aceptación en el país. Pudo presidir una República con una economía boyante en la realidad y no en papeles de analistas y economistas políticos. Pudo establecer unos planes de acción que pusieran las bases para el desarrollo económico y social. Pudo conseguir que, en encuestas de éstos y otros tiempos, los incluidos en esas muestras respondiesen positivamente.

Tuvo ocasión, y no fue aprovechada. En el año que le queda por este período constitucional no tendrá tiempo de corregir los errores cometidos. Para comenzar, la estructura del gasto público está diseñada para que se refrene el desarrollo. En buena medida, las erráticas decisiones han repetido aquellas que dieron lugar al voto por Hipólito en la ocasión en que ello se produjo. La reproducción de los mismos abre espacio a la idea de que no resultan del acaso estas reiteraciones, sino de unas políticas cuyas raíces se encuentran acendradas en quienes diseñan el gasto público.

Sin embargo de esa rémora, los gobiernos son gobiernos en naciones como ésta. Este aserto no puede ni debe tomarse a la ligera. Aquellos que están llamados a poner los puntos sobre las íes deben leer entre líneas y penetrar hacia las profundidades de una afirmación como la que hacemos. Porque en manos inclinadas a sostener la liberalidad  y hasta el dispendio , el gasto público se presta para todo. Ello, empero, profundizaría el desequilibrio que llevó a una mayoría de la muestra escogida, a sostener que la situación económica es insatisfactoria.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas