UASD: Ecología y rescate

UASD: Ecología y rescate

POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
A pocos días -ni una semana siquiera- del paso del huracán Georges, germinó en la Unidad Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo la idea de la formación en ese centro de un equipo de prevención y rescate para casos de emergencias, como son el paso de huracanes, la ocurrencia de terremotos, la embestida de un tsunami o de acontecimientos que demandaran la acción consciente de asistencia inmediata para salvar vidas.

Una cosa que estuvo claro y siempre presente en el equipo de personas que nos pusimos a trabajar la idea -entre ellos Luis Carvajal, Roberto Reyna, Eleuterio Martínez, Milton Martínez y quien escribe – es que todos esos (mal llamados) fenómenos naturales son beneficiosos para la isla. Y claro estaba también que no lo eran aquellos desastres ocurridos por la actividad humana (minería irresponsable, desbordamiento o rotura de presas, hundimientos de embarcaciones, accidentes múltiples de carreteras, etc.).

Muy claro estaba -y eso lo transmitiríamos a quienes formaran parte de las unidades de emergencias en los distintos centros de la UASD – que la Ecología de la isla, todas sus unidades de vida (terrestres, marinas, aéreas y subterráneas) debían su existencia a la ocurrencia de huracanes, terremotos, hundimientos, desplazamientos de la corteza, desbordamientos de ríos y otras manifestaciones naturales tenidas como «desastres» por los dominicanos, cuando en realidad el verdadero desastre es la presencia de población humana donde no debe estar. De manera que para nosotros y para los que se entrenarían con el propósito de intervenir en prevención y rescate, no tenía discusión el beneficio de esos acontecimientos, cosa que habría de comunicarla también a la población.

La idea -como ocurre con todo en la UASD – arrancó a tratar de escalar los peldaños de la burocracia uasdiana, quedándose quién sabe en cual oscuro escalón de esos que sirven para encumbrarse por mejores sueldos y beneficios. La cosa es que la propuesta (escrita y detallada) no volvió a recordarse hasta que llegó la temporada ciclónica siguiente (1998), y luego la otra, y la otra; y hasta hoy (17 de septiembre), volvió a sacar la cabeza de su escalón de olvido, al presentarse los huracanes Iván, Jeanne y sus consecuentes lluvias, inundaciones y necesidad de rescate.

Sin embargo, la idea, aunque con ribetes de país desarrollado, es buena y posible, tanto por lo que significa organizar una corriente de estudiantes ecológicamente educados como físicamente entrenados, además de imbuidos en los propósitos de ayudar al prójimo en las situaciones más difíciles que se nos presentan, siempre y cuando no sea para hacerles creer que se les va a regalar un apartamento en premio por su  estupidez y «damnificadez».

LA IDEA CONSISTÍA… CONSISTE EN…

La propuesta es formar en los diferentes centros de la Universidad Autónoma de Santo Domingo un cuerpo de prevención y rescate permanente para la asistencia a la población en casos de desastres de cualquier naturaleza. Este cuerpo estaría formado por estudiantes de ambos sexos con disposición de servicio a la colectividad, físicamente aptos para el entrenamiento, moralmente dispuestos al riesgo y con clara actitud de no esperar por sueldos, viáticos u beneficios personales, salvo los que generen espontáneamente del respaldo que pueda dar la propia Universidad.

La creación de este cuerpo de prevención y rescate podría estar dentro de las actividades curriculares físicas cuya práctica exigen las diferentes carreras en la UASD, como son las actividades deportivas, con la diferencia de que en el caso de este Cuerpo no entran todos los que quieran, sino todos los que superen las pruebas a que serían sometidos: pruebas de conocimientos naturales (Ecología), pruebas físicas, pruebas de valor y pruebas de solidaridad humana.

Las actividades de creación del cuerpo de prevención y rescate de la UASD se extenderían a todos los centros regionales de la Universidad. El profesorado con aptitud podría participar también tanto en los entrenamientos como en las labores de prevención y rescate. La movilización de entrenandos, las actividades en entrenamiento, los simulacros de rescate y los operativos de prevención entre la población tendrían carácter permanente.

La relación con los organismos de rescate actuales (Cruz Roja, Defensa Civil, COE, etc.) permitirá una mayor capacidad operativa y de crecimiento para los participantes en el cuerpo a formar.

EQUIPO Y ENTRENAMIENTO

El equipo que se utiliza normalmente entre los organismos de socorro es el que se utiliza también en actividades de montañismo, espeleología, cañoning y otros similares. Consiste este equipo en cuerdas (de diferentes calibres), cordinos, cintas tubulares, arneses, mosquetones, descensores, ascensores, bloqueadores, cascos, botas y uniforme especial de grupo. Otros elementos de rescate son camillas, botes, literas, unidades de inmovilización y otros menos comunes.

Todo el equipo utilizado es de fabricación extranjera, y por lo tanto caro. Cada participante tendría su equipo completo, de manera que se familiarice tanto con éste que colocado todo sobre su cuerpo no se sienta incómodo o inhabilitado.

La propuesta a la Universidad Autónoma de Santo Domingo incluye la contratación o acuerdo con organizaciones de rescate de renombre internacional, como la Cruz Roja de México o el Cuerpo de Socorro de la «National Speleological Society» de los Estados Unidos para los cursos y entrenamientos iniciales.

Dentro del grupo entrenado inicialmente se especializarán algunos que funcionarán luego como entrenadores y otros como facilitadores de entrenamiento. Se incluye en la propuesta el envío de estudiantes seleccionados a cursos de perfeccionamiento fuera de la República Dominicana.

Esta idea de formar un cuerpo de prevención y rescate en la UASD podría funcionar perfectamente en cualquier universidad o centro de estudios. La cuestión es qué tan interesados podrían estar los rectores y directores de esos centros para respaldar una propuesta semejante.

La idea pudiera ser una salida a la abulia estudiantil (principalmente en la UASD), entrenados más como vagos que como seres funcionales que pudieran ser útiles de alguna manera.

LE TOCÓ A JUAN ANDÚJAR

En algún momento la delincuencia y el terrorismo tocarían al movimiento ambiental y ecologista: le tocó a Juan Andújar.

El movimiento ambientalista es decididamente enemigo de la delincuencia y del terrorismo, se aposenten éstos en los barrios o en los estamentos gubernamentales y policiales. La delincuencia y el terrorismo son hijos de este tipo de sociedad en que vivimos. Ambos son enemigos de la protección de los recursos naturales, ambos son enemigos de la organización del uso del territorio, ambos son enemigos del orden en la distribución de los recursos procedentes de la naturaleza.

Tanto la delincuencia como el terrorismo resultan intolerantes ante la intención de un nuevo orden social con base en el respeto a la naturaleza y el derecho de todos los seres vivos. La delincuencia y el terrorismo buscan la posesión de la mayor cantidad de bienes en pocas manos, en perjuicio de las mayorías. Por ello la delincuencia de clase alta quiebra bancos, para acumular grandes riquezas en pocas manos; y la delincuencia de clase media y baja quiebra comercios medios y pequeños, asesina pequeños propietarios, desvalija y viola personas. Y ambas están ligadas al tráfico de narcóticos y de personas.

La delincuencia con respaldo policial es terrorismo organizado. Por ello la Policía Nacional es considerada la banda mejor organizada del país. Una muestra ha sido el escándalo de la apropiación de vehículos recién revelado. La delincuencia y el terrorismo campean, no por sus fueros, sino por los fueros policiales. Juan Andújar lo sabía y lo advertía. Por eso le tocó que la delincuencia y el terrorismo lo mataran.

Frente a la delincuencia y al terrorismo hay dos o tres cosas por hacer: primero, desmantelar la Policía y crear con el Ejército una nueva entidad para el orden. Segundo, que la población sana asuma el deber de denunciar a los delincuentes bien conocidos de los barrios y las zonas residenciales. Tercero, que las organizaciones políticas (que se consideren sanas) se incorporen a la erradicación de ambos males, no sólo con simples denuncias generales. La oportunidad es ahora.

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