El embajador de los Estados Unidos en nuestro país, doctor Hans Hertell, vertió una importante pieza oratoria en el capítulo de la Cámara Americana de Comercio el 25 de febrero último en el cual, entre otros temas, abordó el odioso vinculado a la corrupción que frena las posibilidades exitosas de crecimiento económico, social y moral de República Dominicana.
Aunque ese flagelo no es usufructo propio, sino de todos los países del mundo, incluído el del embajador estadounidense, y los casos de vinculación del presidente George Bush Jr. con el petróleo y su motivación para intervenir en Iraq; el vicepresidente Dick Cheney y su vinculación con Halliburton y los gruesos contratos obtenidos por esa empresa en la reconstrucción de Iraq, así como la vinculación de la consejera de Seguridad, Condoleza Rice con Chevron, la admonición del diplomático es valedera y útil.
Empero, el gobierno de los Estados Unidos, bien ha podido ayudarnos a combatir el flagelo, denunciando, incautando y trasegando al país los depósitos bancarios de funcionarios dominicanos del presente y anteriores gobiernos que tienen en Estados Unidos.
También nuestros pasados y presente gobierno podrían dar un paso en la plausible recomendación del embajador Hertell estableciendo contactos con INTERPOL, que el suscrito conozca ningún gobierno lo ha intentado nunca, y así, solicitar lo propio al gobierno de Su Majestad británica para ayudarnos a descubrir cuentas bancarias brumosas en Gran Caymán y Bahamas, y lo propio con el gobierno Helvético y las famosas cuentas bancarias suizas.
Pera nada se hace. Las palabras del embajador Hertell que resonaron con propiedad en el hemiciclo aludido, apenas se pronunciaron se disiparon, y la tinta que copió su pieza oratoria divulgada in extenso, junto con el papel, pasan a referencias miserables conectadas con el olvido cómplice.
En este mundo, acontece que todo sucede por coyunturas, circunstancias, momentos estelares, comenzando por la vida de cada quien cuando se inició con el amorío circunstancial de nuestros progenitores, y resulta ser que Estados Unidos está interesado en llegar a acuerdos con los gobiernos de la aldea global en sus propósitos del ALCA regional y TLC mundial.
Para concertar esos acuerdos con los países, Estados Unidos requiere de dos cosas, estabilidad política y económica, que es lo que no existe en nuestro país hoy, porque dos de los tres grandes partidos políticos, PRD y PRSC, están fragmentados como un rompecabezas antes de armar, y sólo el PLD exhibe la cordura de la disciplina partidaria, y aparte del pecado de traspasar al sector privado el patrimonio económico del generalísimo Rafael Leonidas Trujillo, y CDE, que era estatal desde que fue adquirida por El Jefe en 1957, el PLD tuvo un desempeño en la macroeconomía, el signo monetario, los combustibles, los alimentos y las medicinas, que serán los factores determinantes para el retorno al poder del doctor Leonel Fernández en las elecciones próximas con un alud de 57% del total de las emisiones de votos.
Fue el gobierno anterior del PLD que creó el Departamento de Prevención a la Corrupción (DEPRECO), y ese organismo no ha podido exhibir ni una parte infinitesimal de los propósitos que animaron su creación, y eso es frustración ciudadana y retranca para el desarrollo económico que aludió el embajador Hertell.
El hecho de que a estas alturas la mayoría de los síndicos no hayan declarado sus patrimonios al jurar sus cargos, como denunció el director del DEPRECO, doctor Jesús Féliz Jiménez el 24 de febrero último, reforzó lo que 48 horas después denunciaba el embajador Hertell, y así debe ocurrir en todos los estamentos del estado relativo a sus funcionarios que no han cumplido los requisitos de la ley 82-79 promulgada por el entonces presidente Salvador Jorge Blanco.
Por ahí debiéramos empezar a dar seguimiento a las recomendaciones del embajador Hertell.