Ubi Rivas – Carta Pública (2 de 2)

Ubi Rivas – Carta Pública (2 de 2)

Esta es la segunda parte de la carta que dirigí al presidente Antonio Guzmán el 22 de octubre de 1980:

«Hoy, mi querido presidente y compadre de siempre, quiero variar esa actitud mía para con usted y pedirle algo, y en público. Y he decidido hacerlo por esta vía y espacio, para que el país sea testigo no de su origen, sino de sus consecuencias.

«Como desgraciadamente todos los hombres que deciden, tanto en el sector público como en el privado, usted ha permitido que le anille, con la ocurrencia lamentable que en su caso, en ninguna manera ni por superdotados ni siquiera por veteranos en los asuntos de manejar las cosas públicas. De hacer que un país marche a tono con las exigencias de sus conciudadanos. Del reto permanente y movible de los tiempos.

«Así, una variante cuestionable que tal parece le ha arrimado los núcleos que le anillan, consiste en haberle convencido de que su reelección es viable, simpática, solucionadora de por lo menos algunos de los problemas seculares que atascan en el subdesarrollo a nuestra sociedad y yo me permito, con la propiedad que me depara mi gran afecto hacia usted, del que sólo hasta ahora he dispensado una pequeña prueba, que eso no es ni remotamente así ni cierto, sino todo lo contrario.

«El país requiere, urgente, de mecanismos que fortalezcan la institucionalidad, apuntale al PRD como opción de gobierno valedera por más de un período y que éste le enseñe y demuestra el maquiavelismo insano que subyace en el argumento infeliz de que nuestra constitución es un pedazo de papel.

«Para ellos, la consagración de la no reelección y la instauración de un período de por medio para un gobernante volver a optar por el solio presidencial, nos parece lo menos que podríamos hacer.

«Es la creencia generalizada, querido presidente y compadre, compartida plenamente por quien le ha querido siempre con el desinterés que me asiste, que el propósito del continuismo es la fuente de los problemas, la caja de Pandora y el origen de la multiplicadas Casandras que enfrentan hoy por hoy a las figuras más señeras del PRD. Eso debe concluir.

«Por el bien del PRD, de su gobierno, suyo personalmente y finalmente de la democracia y del país, que debiera ser el apelativo supremo de todos.

«Con usted solamente declarar en público que renuncia a cualquier propósito de continuar en el mando más allá de agosto 16-1982 y que no volcará los recursos para ese censurable propósito, ni apuntalar un delfín suyo, un inveterado quisling para poder usted manejarlo como a un títere, habrá devuelto la unidad del PRD, fortalecerá la democracia extendiendo su vigencia y habrá proporcionado un robustecimiento enorme a la causa de la institucionalidad.

«Por todo lo contrario es que hoy el PRD, en la figura de sus líderes causa un sentir de frustración y desconcierto entre la ciudadanía.

«Usted mejor que nadie sabe que el diferendo con el probo y valioso dirigente licenciado Hatuey De Camps, surge de todo esto, porque el vibrante Presidente de la Cámara Baja tiene toda la razón en los argumentos ilustrados que ha expuesto sobre los honores militares que deben rendirse a un jefe de Estado extranjero o en los casos específicos en que el Congreso tenga que hacer actos. La historia así lo dice.

«Aún es tiempo de relegar a la nada los egoísmos, los retos de prepotencia, de poder y excesos en el ejercicio de mandar, y sobre todo, que el gobierno que la gran mayoría de los dominicanos escogimos con tantas ilusiones, demuestre un gesto reconfortante y altruísta, ejemplar y hermoso, de unidad, cordura, sensatez y estrategia elemental frente a las huestes cuasi bárbaras que entronizaron el despotismo, el crimen, la corrupción más escandalosa y el trastrueque de los valores éticos más deplorable de que se tenga memoria, que hoy se frotan las manos de contento y acechan como los félidos la ocasión propicia para saltar y hacerse con la presa del poder.

«Hoy, mi querido presidente y compadre de siempre, le pido y le ruego que meditemos sobre estos pormenores de relieve, donde, aunque usted ni el anillo que nocivamente le cerca lo crea, su compadre que ha asumido por usted los riesgos que usted no ha asumido por mi, cree que la reelección, el patriarcado y el providencialismo, son tres de los nuevos apocalípticos jinetes que corren y diezman la democracia, constituyéndose en caldos de cultivos para el oscurantismo, la opresión, la tiranía, la corrupción y la rebelión.»

Publicaciones Relacionadas

Más leídas