UE tiene que cuidarse del proteccionismo

UE tiene que cuidarse del proteccionismo

Comentario Editorial
Las cumbres de la Unión Europea son vistas, normalmente y con todo derecho, como una gran pérdida de tiempo y dinero, si no logran avances concretos. Pero la cumbre regular de primavera que comienza hoy en Bruselas no se produce en circunstancias normales. Se celebra mientras un amplio resurgimiento del proteccionismo patrocinado por los gobiernos está sacudiendo los pilares del mercado común europeo, además del espectáculo demasiado familiar de la reforma del mercado laboral como una víctima de las manifestaciones callejeras en Francia.

En este contexto lamentable, sería un logro que los líderes pudieran dejar de bloquear las compañías del otro y empezaran a ocuparse de que cada cual batallara por conseguir las reformas.

El debate sobre el proteccionismo es inevitable. Está más vivo en el sector de la energía, que es a su vez el más necesitado de una nueva política extendida por toda la UE para llevar al máximo la eficiencia energética y reducir al mínimo la dependencia de las importaciones y la contaminación.

¿Qué sentido tiene que gobiernos de la UE, como Francia y España, asientan en su aprobación a las nuevas sugerencias de la Comisión Europea de una mayor cooperación en la negociación de acuerdos con Rusia, y en regular el mercado dentro de Europa, si ignoran entonces las libertades existentes para la inversión entre países? El proteccionismo también se ha extendido en el sector de los servicios. El parlamento europeo ya ha castrado en gran medida el borrador de la directiva para aflojar las limitaciones de los servicios entre las fronteras, y cualquier nueva medida en esta dirección por parte de los líderes de la UE esta semana lo despojaría de todo contenido significativo.

Además de la energía, Austria, como actual presidente de la UE desea convertir el proceso de remodelación de la llamada agenda de Lisboa en el centro de atención de la cumbre. El objetivo sería dejar más claro que la responsabilidad principal para la reforma del bienestar social y el mercado laboral caería plenamente en los gobiernos nacionales, al concederles programas específicos y metas que cumplir.

Lamentablemente, la cumbre de Bruselas coincide con pruebas gráficas de que al menos un gobierno, el de Francia, no está a la altura de esta responsabilidad. Dominique de Villepin, el primer ministro, se está echando atrás ahora de un nuevo contrato laboral para jóvenes ante las masivas protestas y de una escisión surgida dentro del gobierno con Nicolás Saekozy, su rival en las elecciones presidenciales del año próximo. ¿Qué valor tiene cualquier respaldo que un gobierno individual pueda recibir de sus pares de la UE en este proceso de Lisboa, si ese gobierno empieza a resquebrajarse desde adentro?

La retirada de la UE de los principios del libre mercado todavía no constituye una derrota. La liberalización en muchas áreas del mercado único continúa, y estados más antiguos de la UE ahora planean abrir sus mercados laborales a la mano de obra de estados más jóvenes del Este. Sin embargo, la tragedia es que la UE no está logrando llenar el vacío dejado por las derrotas al referéndum sobre la constitución el año pasado con el tipo de reforma económica exitosa que pudiera restablecer el sentimiento de importancia de la Unión entre sus ciudadanos.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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