¡Ufff…! Y bien ganó Francia

¡Ufff…! Y bien ganó Francia

Tras una de las campañas electorales más violentas y complejas que conoce la historia de Francia, los franceses, observados por el planeta, acaban de elegir a Emmanuel Macron. Calificado de centrista (liberal de izquierda), 39 años, es el más joven presidente después de Napoleón, y el octavo de la Quinta República. Ha sido elegido con el 66.1% de los votos (de 47 millones de votantes) de los cuales un millón 300 mil viven en el extranjero.
En segundo lugar, Marine Le Pen, del Front National, representando la ultra derecha… con casi 11 millones de votos. Estos comicios registraron una abstención récord de 25.3 % (frente a 8.8 % de votos nulos): este domingo pasado, un francés de cada tres no escogió.
Que la ultra derecha francesa alcance hoy tales resultados, quince años después que el fundador del FN, Jean-Marie Le Pen, llegara a las elecciones presidenciales, creando preocupación en la nación y en la clase política de la época. No deja de ser una proeza, que el Front National obtenga 33.9% de los votos, generando interrogantes en torno a la consigna: Libertad, Igualdad y Fraternidad, que parecen haber reasumido los votantes franceses, en una confusa alerta electoral ilustrada por los resultados finales.
La ultra derecha ensombreció el escenario político, generando ansiedad en el pueblo; y en Europa, amenazaba con perder otro miembro, después del Brexit. La oferta política y el estilo de la candidata, están inspirados en el discurso de odio, irreverente y mentiroso -que suele manejar la ultraderecha en diferentes escenarios políticos del mundo, y que extrañamente coincide con las modalidades discursivas del populismo trumpista y socialismo del siglo XXI en latinoamericana.
El discurso proteccionista, vacío de propuestas concretas, de Le Pen, frente a un candidato joven, seguro de sí y de su programa, se puso de manifiesto en el último debate electoral: el intercambio fue calificado de pobre, dada la agresión discursiva entre ambos candidatos, que asumieron aptitudes defensivas, tras la manera descalificante de Le Pen de dirigirse a Macron, arrastrándolo a defenderse.
Este es el mismo discurso que hemos escuchado, en el mejor estilo populista, en boca de algunos líderes políticos actuales, que nos permiten recrear complejos escenarios de la actualidad política mundial.
Con estas elecciones triunfan los franceses, que sacan del medio las dos fuerzas políticas tradicionales, izquierda y derecha, y enfrentan el posicionamiento de la ultra derecha, afianzada, derrotando el radicalismo – lo que está por verse en los días por venir.
Los espacios de la problemática sociedad francesa – tales como el desempleo, la exclusión y la amenaza terrorista, junto a la incapacidad de integración inter étnica – permiten aprovechar el descontento de ciertas poblaciones, infiltrando un discurso orientado a fragmentar la Francia, ya fracturada por las desigualdades socio-demográficas que afectan las sociedades, agobiadas por los desplazamiento masivos de poblaciones y otros problemas del mundo actual.
Macron puede ser un fascinante personaje, ya que parece estar acostumbrado a enfrentar grandes desafíos – por ejemplo, tratar de conseguir una mayoría en las elecciones municipales del próximo mes, y de reformar la economía del país. Calificado de centrista, europeísta, el nuevo Presidente electo toca piano, es un ex ministro de economía, banquero de profesión, vinculado al sector privado, admirado desde niño, e influenciado por una abuela amorosa.
Este político formado en la Gran Escuela de Administración Pública, que hace 3 años nadie conocía, creó hace un año “En Marche” (En Marcha) que lleva sus siglas, bajo el slogan “Ensemble, La France”, movimiento que pocos creían que llegaría a alguna parte. Y que hoy se convierte en una nueva opción política en Francia, bajo el llamado a la unidad, reconciliación, transformación y compromiso ciudadano, en un mundo marcado por el hambre, el terrorismo y la incertidumbre.
Nuestros mejores deseos para este hombre que representa una nueva fuerza política, a estructurar, y que trae la ilusión a Francia y al mundo, salpicado por algún dirigente carente de inteligencia emocional en los seis continentes.

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