Última carta de Argentina ante la deuda: Catástrofe

Última carta de Argentina ante la deuda: Catástrofe

BUENOS AIRES. AP. El gobierno de Argentina se acerca a la negociación final de un plan de pagos de los 1.500 millones de dólares que debe a los fondos estadounidenses a los que tacha de «fondos buitre».

Sin embargo, la presidenta argentina Cristina Fernández quiere que todo el mundo sepa que aún tiene una carta que jugar.

Pese a la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de rechazar la última apelaciónargentina, Fernández insiste que su gobierno puede ignorar las decisiones del tribunal, salir del sistema financiero estadounidense y seguir pagando a un grupo mucho mayor de otros acreedores. Este grupo en su conjunto maneja 24.000 millones de dólares de deuda argentina y recibe pagos protegidos por la justicia en Nueva York. Lo que pretende hacer Fernandez es ofrecerles otros bonos en dólares, garantizados por la justiciaargentina.

La mayoría de los analistas consideran que ese plan nunca funcionará y llevaría el país a un escenario catastrófico. Pero eso no ha detenido a Fernández.

Su jefe de gabinete, Jorge Capitanich, incluso rechazó el jueves la promesa hecha el miércoles ante al juez, de que autoridades argentinas estarían dispuestas a negociar con los demandantes la semana que viene en Nueva York.

«No hay misión ni comitiva preparada para un eventual viaje a Estados Unidos», dijo Capitanich, sin dar precisiones sobre los próximos pasos que va a tomar el gobierno. «Vamos a utilizar todas las estrategias que sean convenientes para defender el interés nacional.»

El multimillonario neoyorquino Paul Singer, cuyo fondo de inversión NML Capital ganó el caso en Estados Unidos, tendrá que decidir si la presidenta está faroleando. Las apuestas no podrían ser más altas para la frágil economía argentina.

Estas son algunas formas en las que podrían desarrollarse los acontecimientos.

«Plan A»

— Argentina cumple con la decisión del juez estadounidense Thomas P. Griesa.

El país paga a los demandantes el 100% en efectivo, más intereses, de la deuda que quedó en cesación de pagos hace una decena de años, empezando con 907 millones de dólares para el 30 de junio. Solo así podría usar bancos estadounidenses para satisfacer el vencimiento ese día de 907 millones de dólares destinados a los tenedores de 92% de la deuda que entro en default con la crisis de 2001.

Esta mayoría de inversores aceptó reducir los 24.000 millones de dólares originales de la deuda en un canje de bonos en el que intercambiaron la deuda impagada por nuevos bonos a un tercio del valor inicial.

Por su parte, los fondos demandantes poseían en torno al 1% de la deuda impagada original y en lugar de aceptar el canje para aliviar la presión de deuda argentina, acudieron a los tribunales. El juez afirma que no se puede pagar a los tenedores de bonos canjeados a menos que los fondos reciban una cifra equivalente.

El lado bueno de esta estrategia es que con casi 29.000 millones de dólares en reservas extranjeras y una deuda muy pequeña en proporción al tamaño de su economía, Argentina puede permitirse los pagos de este mes. Y si está dispuesta a volver a vender deuda a nivel internacional, puede cumplir los plazos futuros sin abandonar sus programas populistas.

De hecho, el analista de bonos Josh Rosner señala que si acata con el fallo, las empresas de Wall Street están deseando prestar a Argentina lo que necesite para resolver todo lo que quede de su deuda impaga. Argentina estima que este monto asciende a 15.000 millones de dólares.

«Si el gobierno decidiera reunir capital como forma para resolver este punto muerto, normalizaría sus relaciones con los mercados internacionales de capital, reduciría el coste de su financiación en el futuro y comenzaría de inmediato a atraer la inversión extranjera necesaria para desarrollar industrias clave, incluso su sector energético y la economía en un sentido más general», afirmó Rosner, director de gestión de Graham Fisher en Nueva York.

¿El principal inconveniente para Fernández? Asumir más deuda en moneda extranjera protegida por la ley estadounidense va en contra de todo lo que defiende el gobierno argentino a nivel político.

La historia oficial de la «década ganada» de Fernández es que ella y su difunto esposo, el presidente Néstor Kirchner, restauraron la soberanía económica argentina después de que los bancos extranjeros humillaran al país. Cancelaron muchas deudas internacionales, incluso a un costo enorme. Sin acceso a crédito extranjero asequible, el gobierno ha exprimido el Banco Central para pagar sus gastos operativos. Fernández tiene razón cuando dice que «no sólo es absurdo, sino imposible» gastar la mitad de las reservas que quedan pagando decisiones judiciales en efectivo.

«Plan B»

— Argentina desafía al juez, y los bancos estadounidenses no pueden procesar sus pagos a otros bonistas. En su lugar, ofrece canjear los bonos ya impagados con nuevos títulos emitidos y pagados por Buenos Aires.

Capitanich insistió el jueves que este sigue siendo el plan de Argentina y acusó al juez Griesa de hacer imposible que cumpla sus obligaciones del 30 de junio en Nueva York.

Fernández controla el congreso argentino, así que podría aprobar su plan en casa, pero un canje de deuda no se organiza en una semana, lo que implica que incumplir cuotas sería inevitable. Y como Argentina tiene la capacidad, pero no la voluntad, de cumplir los pagos ordenados por el juez, esto sería algo más que un «default técnico», como lo han descrito las autoridades argentinas.

Estos pagos incumplidos probablemente provocarían una sucesión de malas consecuencias y amenazarían con desmoronar otros acuerdos de deuda, incluso el reciente acuerdo de Argentina para devolver 9.700 millones de dólares al Club de París de naciones prestamistas, entre las que está Estados Unidos.

La principal ventaja de esta estrategia es que desafiar a los conocidos como «fondos buitre» es una idea muy popular entre los argentinos.

Los abogados de Argentina aconsejaron a Fernández que su mejor arma para negociar es suspender pagos primero y negociar después. Así, aunque esta línea de acción no tenga éxito, la presidenta sí podría conseguir brevemente su objetivo de demostrar al sistema financiero global quién manda en Argentina, en la recta final de su mandato. Fernández entra en los últimos 500 días de sus ocho años en el cargo.

Todo eso por si Singer cree que la presidenta no está faroleando, quizás podría ofrecer un acuerdo para salvar las apariencias con el que ella pueda volver del borde del abismo.

¿El principal inconveniente? Pocos de los que comprenden cómo funcionan los mercados de bonos creen que este plan tenga posibilidades de éxito.

En torno al 85% de los acreedores tendría que aceptar el acuerdo, dijo Matías Carugati, economista de la consultora en Buenos Aires Management & Fit, y muchos fondos de inversión tienen prohibido hacer un cambio semejante. Otros desconfiarían de la leyargentina.

Consecuencias:

Argentina ya está sumida en una recesión y sufre un aumento en la pobreza y la delincuencia, reflejo de una economía en suspenso. Sus consumidores ya están preocupados por los controles monetarios, la falta de crédito, una inflación disparada y otros efectos derivados de la renuencia del gobierno de llegar a acuerdos con sus acreedores extranjeros.

Una cesación de pagos desordenada provocaría la desaparición del crédito y empleos, dijo Fausto Spotorno, economista de Orlando Ferreres & Asociados.

«No me preocupa tanto por mí sino por mis hijos, yo ya voy a estar muerta y Argentinatodavía pagando lo que debe desde hace años», comentó Umma Sánchez, psicóloga de 37 años. «Una locura. Nunca seremos un país normal, pero se lo debemos a los que nos gobiernan».

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Las periodistas de Associated Press Almudena Calatrava y Debora Rey contribuyeron a este despacho.

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