Últimas funciones de “Ruleta rusa”

Últimas funciones de  “Ruleta rusa”

Finalizan este fin de semana las presentaciones de la pieza teatral “Ruleta rusa”, en la Sala Ravelo del Teatro Nacional, dentro de la Temporada Teatral Pedro Henríquez Ureña. Esta obra es de autoría de la argentina radicada en nuestro país, Mónica Volontieri y es dirigida por Henry Mercedes. Retrata los sucesos y penalidades que acontecen después de un juego de ruleta rusa, sus mujeres, vecinos, su vida y lamentaciones.[tend]

La pieza está básicamente escrita a modo de situaciones unidas escénicamente por un enlace, personajes que entran y salen, poca hilación en la trama, ya que se convierte en un ir y venir de caracteres, a veces muy disímiles en sí y se pierde el contexto dramático, a lo que le sumamos incongruencias en el libreto, personajes de escasa formación con parlamentos muy floridos y llenos de figuras literarias, en contraste con algunos momentos de parodia vulgar y la reiteración de temas y que culmina con algo que trata de ser un mensaje a los presentes, pero que dados los altos y bajos del montaje, se pierde y se expresa en un hilillo de voz.

La dirección de Henry Mercedes resulta desigual, con poco balance entre los caracteres, unos opacan a otros, o bien, se vocifera. Es montado en forma de farsa, y aunque existen momentos de cierta intensidad, la misma se pierde.

Participa María Isabel Bosch Aybar, joven de mucho talento y quien puede recrear, a pesar de su lozanía, personajes muy diversos. Empero la dirección escénica no permite su descolle. Con ella está Ruth Alfonsina, quien también posee habilidades escénicas, empero, como Tania grita más que actuar y como inspector Pimentel su voz a veces no es del todo audible y pierde intensidad en su actuación. Vicente Santos es un vecino morboso, quien con su bate y traje de pelotero sirve de enlace a las diferentes situaciones y resulta un tanto ameno, a pesar de su papel vulgar. Finalmente, Henry Mercedes interpreta a un hermano con parlamento casi plano y poco emotivo.

En el aspecto técnico nos encontramos una escenografía elaborada a base de cajas de cartón, que juntas recrean una inmensa fotografía a blanco y negro del vecindario, llamativo y muy bien logrado y que emplean a la vez como elementos de utilería. La iluminación es poco creativa, deja áreas en la escena sin iluminar y los propios actores no se sitúan en los planos con luz y actúan a oscuras.

El vestuario de los personajes varió y resultó acorde a cada uno de ellos. En el aspecto musical, la obra inicia con “Blues Oriental”, de Sebastián Lerner, que nos recuerda a las canciones de Miguel Bosé, así como un tema reggaetón de Tego Calderón, el cual es muy interesante por la combinación de elementos y de cómo es aplicado en la escena, ya que retrata muy acertadamente la situación e historia del protagonista.

Este montaje, a pesar de todo el despliegue publicitario dado, no consideramos que sea apto para un público menor de 18 años, no es por aquello de los temas que toca, sino en cómo son trabajados, lo cual no estaría al alcance o madurez de un público joven.

Llama la atención de cómo las reglas de vestimenta que otrora se hacían cumplir, al igual que las de puntualidad, se han olvidado, tanto en esta sala como en la principal.

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