Ultraderecha falla en dar golpe Brasil

Ultraderecha falla en dar golpe Brasil

Jóse Nuñez

En un episodio propio de las huestes de Atila, rey de los hunos, o de las hordas del mongol Gengis Kan, o más recientemente de los seguidores del expresidente Donald Trump en su asalto al Capitolio, miles de partidarios del expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, tomaron el domingo el palacio de Planalto, el Congreso y la Corte Suprema y destrozaron los inmobiliarios.

(Por cierto, Trump y Bolsonaro son dos personajes de extraña taxonomía enganchados a políticos. Ambos en sus gobiernos no mostraron mucha luz, sus ideologías no eran claras, y sus discursos muy pobres, pero ambos mueven masas.

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Bolsonaro, derrotado en octubre por el actual mandatario Luiz Inácio Lula da Silva, habló desde Miami y se desligó de las protestas. En las elecciones pasadas Lula logró el 50.9 por ciento de los votos y Bolsonaro, quien aún no reconoce la derrota, el 49.1. Así, bolsonaristas inconformes hablaron de fraude, atacaron la Policía, quemaron autos, se atrincheraron frente al cuartel del Ejército en Brasilia pidiendo un golpe contra Lula, y luego ocuparon la Plaza de los Tres Poderes. Ahora las autoridades evalúan la crisis, indagan la logística de los revoltosos. Cómo se comunicaron. El transporte qué usaron. Se desmantelaron los campamentos y hay miles de arrestados. Las salvajadas de la ultraderecha brasileña han sido condenadas de forma unánime por la Comunidad Internacional. Lula debe dar pasos firmes en unir a Brasil, mientras Bolsonaro y sus secuaces deben aceptar el juego democrático y dejar de jugar con candela.