El martes en Washington el Departamento de Estado actualizó el reporte de país correspondiente a la República Dominicana. Se trata de un resumen de antecedentes que explica sucintamente la situación local según la óptica gringa. El párrafo sobre la electricidad es una joya. Lo he traducido y es el siguiente:

“Una preocupación continuada en la República Dominicana es la inhabilidad de los participantes en el sector eléctrico para establecer la viabilidad financiera del sistema. Tres sistemas regionales de distribución eléctrica fueron privatizados en 1998 vía la venta del 50% de las acciones a operadores foráneos; la administración Mejía readquirió las acciones propiedad de extranjeros en dos de los tres sistemas a fines de 2003.

La administración Fernández anunció en junio de 2009 que está negociando la compra de la tercera distribuidora, que sirve a las provincias del Este. El Banco Mundial registra que las pérdidas de electricidad en 2008 totalizaron cerca del 36%, un porcentaje superado sólo por dos otros países. Debido a bajas tasas de cobros, problemas de infraestructura y corrupción, las pérdidas en la distribución se mantienen altas. Los subsidios al sector de la electricidad excedieron los mil millones de dólares en 2008. El Congreso aprobó una ley en 2007 que criminaliza el robo de electricidad; entró en vigencia en febrero de 2009. El sector eléctrico está altamente politizado; las expectativas de más reformas efectivas en el sector son pobres. Las deudas dentro del sector, incluyendo deudas del gobierno, suman cerca de seiscientos millones de dólares. Algunas compañías de generación están sub-capitalizadas y hay momentos en que son incapaces de comprar abastecimientos adecuados de combustibles”.

El resto del resumen es favorable, en sentido general, al país y al gobierno, pero la “pedrᔠeléctrica es vergonzante para todos los dominicanos, no sólo para el gobierno.

Si la sociedad dominicana ha permitido que nuestro sistema eléctrico sea como lo describe el Departamento de Estado, quizás entonces esto y no más es lo que merecemos.

Comentaba recientemente que reaccionar del mismo modo ante algún problema, esperando cada vez resultados distintos, es una forma de locura que requiere de la intervención del psiquiatra o psicólogo.

Así estamos los dominicanos, urgidos de un electro-choque que nos haga ver la luz con ideas nuevas, para sobreponernos a la politiquería gallo-loquística que nos mantiene entre brumas, avergonzados de tanta oscuridad…