Un “tumbe” al país

Un “tumbe” al país

Decía en mi artículo anterior que todos los César Pérez del país debemos colocarnos en una actitud de desacato y rebeldía contra el “tumbe” que las cúpulas empresarial, política y eclesial le estaban infringiendo al pueblo y a la Nación en la figura de la Constitución.

El pacto Miguel-Leonel ha venido surtiendo efectos devastadores, y la Nación, aunque indignada, está “pegada contra la pared”. Los legisladores votaron otro grupo de artículos para cercenar los derechos ambientales, profundizar la privatización de las playas, fuentes de agua y otros recursos naturales, garantizar la propiedad privada sobre la biodiversidad y las fuentes de agua y los demás bienes que son de todo el pueblo dominicano. Y mientras más profunda es la crisis económica, más retrógradas son las modificaciones que las cúpulas imponen a través de la nueva Constitución.

En la medida en que  la vida diaria para el dominicano común y las clases media se hace más difícil, y más absorbidos están los padres de familia en la lucha por la subsistencia, más iniquidades imponen los legisladores y las cúpulas políticas y sociales sobre los hombros del pueblo y contra la razón de ser de la Nación.

Es el festín de los vencedores, que arrasa con cualquier vestigio de conciencia que pudieran tener esos vencedores, ante los inmensos beneficios económicos que le reportaran en un futuro cercano el agradecimiento de las cúpulas sociales, nacionales y extranjeras, que ven que la República Dominicana se viene convirtiendo en una pieza en extremo codiciable.

¡Esa Constitución no es nuestra Constitución! ¡Así debemos reaccionar y actuar todos los César Pérez! ! Es la Constitución de las élites políticas, económicas y eclesiales! ¡Nuestro pueblo no merece esta Constitución! Y ante el dantesco espectáculo de indiferencia que nuestra clase política y nuestros legisladores vienen escenificando, para complacer a la cúpula social y a sus propios erarios, todos los César Pérez del país, sean hombres o mujeres, debemos responderles diciéndoles que esa no es nuestra Constitución; que no nos sentimos representados por ellos; que el desacato y la desobediencia civil serán nuestras armas.

Y podemos, todos los César Pérez del país, cuando logremos que la actitud de  desacato y desobediencia civil alcancen a los sectores más lúcidos de las masas populares; entonces podremos, repito, empezar a soñar que una fuerza social organizada se está desarrollando en el país, y cuando eso suceda, esta nueva Constitución se convertirá en un simple pedazo de papel.

Nunca se había creado condición más favorable para levantar la consigna de “Constituyente por Voto Popular” y  de que “Esta no es nuestra Constitución: Desacatémosla”!

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