Un abismo que se ensancha

Un abismo que se ensancha

Vengo de leer un artículo en este mismo diario según el cual el Gobierno ha recaudado más de 960,000 millones de pesos en impuestos desde 2000 hasta 2007. Dado que el valor del peso ha variado tanto en esos siete años, no sé cuál sería el monto en dólares de algún año específico, pero comoquiera que se calcule, es casi un millón de millones de pesos, que por más hediondos y podridos que estén, formarían una loma que no la brinca ni la más ágil cabra alpina…

Ello significa que en promedio cada familia dominicana ha pagado en impuestos durante esos siete años mucho más de medio millón de pesos, o alrededor de quince mil dólares, lo cuál confirma lo que vengo diciendo desde hace años, y es que una de las mayores tragedias nacionales es que pagamos impuestos como si fuésemos escandinavos pero recibimos servicios públicos como si fuésemos de Burkina Faso.

En apenas siete años, cada familia ha aportado al erario el equivalente a mucho más tres años del ingreso per cápita promedio anual, que traducido a cristiano quiere decir que casi la mitad de la riqueza producida por cada familia dominicana pasó a las arcas oficiales. Si el gobierno no gastara nada y simplemente devolviera a cada dominicano su proporción, serían más de US$200 mensuales para cada hombre, mujer, niño o anciano del país.

¿Cómo es que un país pequeño paga tantos impuestos y en lo que va de siglo XXI comoquiera sigamos pobres, y con la mayor parte de los ciudadanos deseando irse a trabajar a otra parte del mundo?

Aparte del sonsonete de que el Gobierno gasta mucho, de que sus prioridades están equivocadas, y de que hace falta mejor juicio y austeridad en la aplicación del presupuesto nacional, el país entero parece haber olvidado el impacto tremendo, devastador, de la quiebra fraudulenta de tres bancos en 2003 y el enorme costo que ello significó para la nación, no sólo para las finanzas públicas.

El ensanchamiento del abismo entre pobres y ricos, la creciente deuda social, la frustración de las mayorías que trabajan de sol a sol para ver que, aunque avanzan, el progreso es más lento que sus expectativas, todo ello, en una buena parte, se debe a esas quiebras y el costo descomunal del rescate de depositantes y ahorristas. No debemos olvidarlo.

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