Un acto cobarde y repugnante

Un acto cobarde y repugnante

Como si fuera poco el deterioro de la seguridad ciudadana, que se manifiesta a diario violentamente, ahora un acto cobarde y repugnante nos pone a pensar en terrorismo. Sí, terrorismo de la peor calaña, al estilo de los más sanguinarios fanáticos radicales. El lanzamiento de un artefacto incendiario en un vagón de la Segunda Línea del Metro atestado de gente, que produjo quemaduras y lesiones a por lo menos 35 personas, es un suceso que debe movilizar cuantos recursos sean necesarios para capturar al autor, que logró escapar y cuya identidad e intereses deben ser precisados a la mayor brevedad.

No podemos pasar por alto los traspiés dados por las autoridades en los momentos iniciales de la investigación de este caso. Por ejemplo, el jefe de la Policía se despachó con la tesis de que se habría tratado de un intento de suicidio. Y se señaló erróneamente como autor del atentado a Francis Alberto González Gil, una víctima que resultó con quemaduras muy graves. Un vídeo captado por una de las cámaras del Metro y que está en poder de las autoridades ha permitido identificar al hombre que lanzó el artefacto. Este atentado en el Metro viene a sumar preocupaciones a una sociedad aterrada por el temerario ataque a tiros contra la cárcel de Najayo que segó seis vidas y causó heridas a más de una decena de personas. Que no quede impune este atentado contra pasajeros del Metro.

AYUDAR A HAITÍ ES DEUDA TODAVÍA

Los añejos problemas de Haití se han agravado desde el terremoto del 12 de enero del 2010 y por el desplante de una comunidad internacional que prometió todo género de ayuda y no ha cumplido. El hacinamiento y la insalubridad son la constante entre miles de haitianos sin viviendas ni servicios básicos. Gran parte del presupuesto de salubridad de nuestro país sirve para cubrir las atenciones médicas de los haitianos que cruzan la frontera en busca de salud.

La ONU, que costea la presencia de una fuerza militar, propone una especie de Plan Marshall para sacar a Haití de la pobreza y eliminar las causas de epidemias como la del cólera, que ha matado 8,500 personas. Construir hospitales en la frontera aliviaría para los dos países las presiones económicas y migratorias que se derivan del actual estado de cosas. Una vez más planteamos que la comunidad internacional tiene deudas que saldar con el pueblo haitiano.

 

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