Un acuerdo nacional exige un interlocutor válido

Un acuerdo nacional exige un interlocutor válido

Cuando se hacen propuestas peregrinas, aunque parezcan racionales, lo mejor es ver quién la propone, cuál  ha sido la coherencia entre sus propuestas y las ejecuciones, y sólo a partir de ahí,  pronunciarse en un sentido u otro.

La llamada propuesta de “proyecto Nación” del señor Leonel Fernández entra en la categoría de “conceptualizaciones” políticas sin fundamento a que nos tiene tan acostumbrado.

En política lo importante para hacer acuerdos, en los asuntos que fueren, es que haya un mínimo de confianza, de seguridad, de convicción, entre los interlocutores, entre las partes pactantes. Sin confianza no puede haber entente.

Favorezco llegar a acuerdos entre fuerzas políticas, e incluso en consensuar ciertos temas de Estado entre el Gobierno y la oposición.

A eso le llamo favorecer la gobernanza, porque la democracia no es solo la manifestación de conflictos entre los que mandan y los que discrepan, es también actuar sobre un terreno común de consenso.

Quien no ha respetado ni ha tenido la mínima grandeza de espíritu para reconocer públicamente la importancia de un pacto entre él y el PRD, ni ha cumplido en la aplicación de la Ley de Partidos, quien ha coadyuvado al déficit  con el exagerado gasto público para ganar una reelección y afianzarse en el poder con el control del parlamento.

Quien es el principal fautor de la corrupción política administrativa,  a una escala nunca conocida,  el que propicia  una administración gigantesca a la par que ineficiente, el que ha hecho dejación  de uno de los principales papeles del Estado, asegurar la seguridad ciudadana, hoy por hoy, inexistente en el país, y quien además, a meses de haberse aprobado una Constitución, maniobra para tratar de reformarla para seguir en el poder, siguiendo el nefasto ejemplo de Duvalier, por otras vías, para asegurarse la presidencia vitalicia.

El mismo que antepone en todos las esferas- la de partido y la del Estado- su interés individual, aquél que prima su deseo de brillo social internacional, sin escatimar en el gasto público, para tratar de realzar su ego hipostasiado, ese, nunca puede ser una contraparte válida para realizar un Acuerdo o Pacto de Estado para encaminar el futuro de la República Dominicana.

La confianza política es una relación que se forja  con dificultad y, una vez rota, es casi imposible de restaurar. Ese Pacto de Estado sería solamente viable con otro Jefe de Estado, sea del PLD o del PRD, o de cualquier otra alianza de partidos, que proporcione la credibilidad necesaria para realizar dicho pacto.

Para un pacto de caballeros, obviamente, se necesitan caballeros, y como dijo Churchill, hay quien puede ser lo que sea  pero nunca será un caballero.

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