Un acuerdo trascendental

Un acuerdo trascendental

Lo más sensato que ha podido ocurrir entre la República Dominicana y Haití es haber suscrito, el jueves pasado, un acuerdo comercial que eche por tierra los obstáculos y permita a ambos socios obtener el mayor provecho posible de sus capacidades de oferta y demanda de bienes y servicios. La trascendencia de este acuerdo es que puede influir para otros arreglos en numerosas disciplinas de interés mutuo -como la migración, para citar un ejemplo- que han sido manejadas de manera dispersa y cada uno por su lado. Ha habido entre ambos un intercambio comercial inevitable, pero que ha estado sujeto más al capricho y las veleidades que a las normas que rigen en la actualidad las relaciones comerciales entre los países.

Estos dos miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) -República Dominicana ingresó el 9 de marzo de 1995 y Haití el 30 de enero de 1996- están en un momento importante de sus relaciones comerciales. El acuerdo que acaban de firmar debe ponerle fin de una vez por todas a una informalidad que estimula el contrabando, las trampas arancelarias y otras prácticas nocivas para el comercio y, por consecuencia, perjudiciales para las economías de ambos países. Un intercambio comercial organizado sin duda favorecerá las condiciones para proyectos comunes de desarrollo en materia de turismo, agropecuaria, medio ambiente y aprovechamiento de recursos naturales.

Los frutos de un acto imprudente

La temeridad de un conductor causó en Paya, Baní, un triple choque que provocó la muerte de cinco personas y heridas a otras 34. Pero eso no es todo lo lamentable. En el mismo escenario del accidente, los integrantes de una brigada de Asistencia Vial del Ministerio de Obras Públicas, que estuvieron entre los primeros socorristas en llegar al sitio, tuvieron que actuar de manera enérgica contra desconocidos que, en vez de socorrer a los heridos, se dedicaron a saquear sus propiedades.

Es lamentable que una mala conducta con desenlace fatal, desencadene a su vez actitudes tan censurables como el saqueo contra víctimas de accidentes de carretera. Las autoridades tienen que asumir una actitud más firme contra las violaciones a las reglas del tránsito, que son causa frecuente de tragedias. También deben perseguir y poner a disposición de la justicia a los que roban pertenencias de gente accidentada.

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