Un aderezo repugnante

Un aderezo repugnante

La muerte a tiros de dos personas en la capital y heridas a una tercera en Salcedo, en este caso un mayor de la Policía Nacional, es un aderezo innecesario y repugnante en una protesta para demandar eficiencia en el  suministro de energía eléctrica. Los patrocinadores de estos actos violentos están desnaturalizando los derechos de la población a exigir de manera pacífica que se les brinde de manera estable el servicio por el cual pagan. Añadirle violencia a las protestas de este tipo solo consigue despertar sentimientos de repulsa, primero de los familiares y allegados de las víctimas y luego de amplios sectores de la sociedad. Es un acto censurable que el reclamo de un derecho se haga provocándole perjuicios a quienes no son culpables del problema.

Las autoridades competentes tienen que esforzarse por descubrir y castigar a quienes provocaron la muerte a Carlos Francisco Peguero, de 24 años, y al adolescente de 13 años Miguel Ángel Encarnación, durante protestas callejeras en el barrio Capotillo, así como a quienes balearon al mayor  Robinson González, durante sucesos similares en Salcedo. Hay muchos antecedentes de comunidades que han logrado que sus reclamos sean atendidos por medio de la protesta pacífica. Las fallas de la energía eléctrica son suficiente fastidio y no debemos agregarle el ingrediente de la violencia. Que la autoridad competente se encargue de castigar estas acciones.

 

¿Cuánto más hay que esperar?

Uno de los grandes defectos de nuestras autoridades es prometer lo que no pueden cumplir. Eso ha pasado con unas barcazas generadoras con capacidad de 242 megavatios, que ya debieron llegar al país, pero que todavía no han sido despachadas desde Filipinas, su lugar de procedencia. Su contratación fue prometida para hacerle frente al déficit de generación que afecta el suministro de electricidad, que se debe al colapso técnico y financiero del sistema.

Ahora resulta que dificultades cuya naturaleza no se detalla, pero que parecen de orden financiero, han impedido el despacho hacia el país de las plantas flotantes. Y lo peor es que no hay fecha específica para la llegada al país de estas unidades energéticas. Mientras, el déficit en el sistema castiga la economía con apagones prolongados varias veces al día. No es aconsejable preguntar cuánto más hay que esperar por las barcazas. La respuesta, como la promesa original, no sería nada confiable.

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