Un adicto en casa

<STRONG>Un adicto en casa</STRONG>

La adicción es un problema que no sólo afecta al consumidor de sustancias psicoactivas. Perturba de igual forma a la familia alrededor de este paciente, una familia que pudiera estar consciente de lo que ocurre o que ante la impotencia de no poder manejarlo, prefiere negar la realidad.

Tarde o temprano, si el paciente no recibe rehabilitación efectiva, su adicción provocará fuertes tensiones dentro del seno familiar cuando las cosas se salgan de los límites. Y lo más probable es que lo hagan.

Según la opinión del  psiquiatra César Mella, un adicto en el hogar “es un factor perturbador y generador de tensiones al interior de la dinámica hogareña, pues generalmente estos pacientes no estudian ni trabajan, parasitando el presupuesto familiar  y, a veces, escenificando hurtos para mantener el costo del consumo… Conozco de casos en donde un adicto ha llevado a su familia a la ruina emocional y económica”.

En este escenario, quiera o no, la familia juega un papel fundamental, pudiendo su actitud ante el problema ayudar a la mejoría del paciente o agravarlo. Y las técnicas más efectivas para ayudar son amor y paciencia. “La familia hace un acompañamiento amoroso. Debe tener conciencia de que estos tratamientos, sobre todo cuando la adicción lleva años de establecida, se acompañan de un trastorno antisocial de la personalidad y existen antecedentes de varías recaídas. Entonces, el tratamiento es prácticamente de por vida”.

Buscando una salida. Cuando la situación se hace insostenible, se toman medidas dramáticas. En ocasiones los adictos son expulsados del hogar o ingresados forzosamente en centros de rehabilitación, aunque el especialista señala que todo tratamiento a las adicciones debe ser coordinado por un equipo de salud mental; debe  ser institucional y  a veces requiere que pasen  varios años ingresados.

Por duro que parezca, la estabilidad del núcleo familiar se antepone a la del enfermo. No sólo porque el propio adicto necesita una familia fuerte para ayudarlo, sino porque los actos compulsivos propios de la adicción podrían poner en peligro la vida de otros en más de una ocasión.

El especialista señala que a veces, por los actos y circunstancias que rodeen al paciente (tales como acusaciones de tráfico o posesión de sustancias), éstos deberán completar un programa de rehabilitación o tiempo en cárcel, según lo estipulado en la Ley 50-88 sobre drogas y sustancias controladas. “Si existe amenaza de suicidio u homicidios  se valora el ingreso en un centro de salud mental en contra de la voluntad del paciente. A veces la agitación, la abstinencia y el estado en que cae un adicto es psicótico (loco para el pueblo) y nos vemos en la necesidad no sólo de atar, sino también de administrar terapia electro convulsiva (choques)”, explica Mella.

 Afortunadamente, añade, la situación intolerable sólo la alcanzan pocos casos, y gracias a la acción oportuna y enérgica del médico psiquiatra se han salvado muchas vidas y se ha reencauzado a muchos jóvenes que se encontraban sumergidos en las adicciones.

Actuar a tiempo.  Múltiples son las causas que pueden llevar a una persona a la adicción. Pero una buena educación y orientación sobre cómo ésta puede destruir la vida de una persona podría reducir muchos casos. Mella aprovecha para “llamar a los padres, profesores y a las iglesias que trabajan con familias para que estén atentos, sobre todo con los adolescentes que están fuera de la disciplina hogareña y carecen del buen ejemplo y valores positivos inculcados por su familia, “para que detecten a tiempo las señales que he comentado e intervengan, auxiliados por los profesionales de la salud mental, a fin de que salvemos nuevas vidas de jóvenes valiosos que por curiosidad, ‘presión de grupos’ o por disfunción adaptativa de su personalidad caen en este oscuros pasadizos que llevan a la cárcel o a la muerte”.

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Cómo identificarlo

–       Cambios de conducta bruscos

–       Inversión de los ciclos de sueño- vigilia (duermen de día y deambulan de noche)

–       Uso de lentes oscuros y gotas nasales u oftálmicas para disminuir la irritación que ocasionan la marihuana y la cocaína

–       Irritabilidad,   tatuajes

 

–       Cosas que desaparecen en la casa

–       Llamadas a la casa y “juntillas” extrañas

–       Variación en el peso, la vestimenta y a veces en el lenguaje.

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