Un alto en las descalificaciones

Un alto en las descalificaciones

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
A 66 días de las elecciones presidenciales, el día de hoy podría ser propicio, por el significado de la ocasión para la cristiandad, que los políticos enfrascados en insultarse y desacreditarse unos a otros, hicieran un alto en ese sendero de descalificarse para ver si realmente están impactando favorablemente a los votantes que deberán acudir a las urnas el 16 de mayo.

Hoy se conmemora el nacimiento del hombre nuevo universal, cuando Nuestro Señor Jesucristo transformó por completo las costumbres de los sacrificios que se acostumbran para ofrendárselo a Dios, ya fuera en la forma de animales acuchillados o consumidos por el fuego, o seres humanos que los inmolaban para aplacar iras divinas, o para darle gracias a un Ser Supremo por la victoria obtenida en el campo de batalla o cosechas prodigiosas.

En ocasión de la acción que se conmemora hoy, hace 20 siglos, Nuestro Señor Jesucristo ofreció por primera vez el gran sacrificio de ofrecer su carne y su sangre bajo las formas del pan y del vino para, desde ese momento, ocurriese la transformación tan esperada, que buscaba la humanidad de aquel entonces, para desterrar la barbaridad de los sacrificios humanos o de animales, y entonces darle vigencia al hombre nuevo en la búsqueda permanente del Padre.

Por eso, al surgir en estos días el descanso obligado de los afanes y trapisondas electorales, los políticos tienen la oportunidad, aparte de tomar un respiro de sus afanes proselitistas y de apabullar al adversario, al menos, hacer un aparte de su actual cotidianidad y pensar en el mensaje tan falso y absurdo de promesas para pretender engañar a los votantes con ofertas que nunca cumplirán, o con acusaciones que nunca podría probar o no les interesa hacerlo frente a la justicia.

Tiene su total vigencia, en este siglo XXI, el mensaje salvador que Nuestro Señor Jesucristo pronunció en la ocasión previa a su muerte en la cruz, para darle forma al nuevo sacrificio en las especies de pan y de vino. En esa noche memorable plasmó la esencia de su mensaje, que luego fue pudiendo, después de su resurrección, en los 40 días entre sus apóstoles.

El significado trascendente de la resurrección, y de la instauración de la eucaristía, ha dejado de ser motivo de penitencia, ayunos y recogimiento. Desde hace décadas es para las mujeres la ocasión de exhibir la tanga más provocativa en cuerpos bien formados, y en los hombres, arrasar con sus riquezas y propiedades para atraerse las reverencias de la sociedad para vivir desenfrenadamente en playas y montañas. Pero hay muchos seres humanos en la Tierra que conservan su moral y honestidad, por el significado de la ocasión, de manera que hay una esperanza de redención de hombres y mujeres, pese a que caeremos en los brazos de algunos de los embaucadores políticos, con sus falsas promesas o actos de contrición y enmienda de sus errores pasados.

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