Un alto por Maxiel

Un alto por Maxiel

UBI RIVAS
Sabedor como pocos de los ajetreos, tribulaciones, tensiones altas que afligen a la sociedad dominicana de hoy y los retos paralelos que confrontamos todos, no solamente el presidente Leonel Fernández, he considerado un deber hacer un alto ante todos ellos y enhebrar unos conceptos con la obligatoriedad que Maxiel Elizabeth García me convoca.

El día 19 de enero último, el presidente Leonel Fernández, en un programa de valorar la excelencia estudiantil que le enaltece muchísimo, concedió los honores condignos a la estuante Maxiel Elizabeth García, de once años de edad, por obtener una puntuación de 99.77 en exámenes probatorios del sexto grado.

La niña, que además de demostrar ser excelente alumna dispone de un temprano talento, al recibir la distinción del primer ciudadano dominicano, máximo representante de todos sus paisanos, expresó:

«Quiero llamar la atención a todos los estudiantes que hoy nos miran en sus televisores, para que se estimulen el próximo año y sean parte de este cuerpo de estudiantes presentes hoy para que hagan su mayor esfuerzo y se conviertan en estudiantes meritorios, no solo para venir a ver al Presidente, sino para honrar a sus padres, escuela, distrito regional y al país».

«No dejemos -prosiguió Maxiel Elizabeth- que piensen que estamos derrotados. Marchemos con la cabeza erguida, confiados y sonrientes, con una actitud positiva de las cosas», no sin concluir loando al Padre Eximio de la Patria, el inmaculado Juan Pablo Duarte Diez, tantas veces vilipendiado, otras tantas olvidado y tan poco ponderado en su exelsitud sin límites.

Quien escribe, recordando lo pésimo estudiante que fui, que apenas me limitaba a escuchar lo que mis condiscípulos respondían al profesor y esa era la clase que estudiaba y en ese tenor respondía cuando llegaba mi turno de responder, confieso que las palabras de Maxiel Elizabeth sesgaron mis ojos de lágrimas.

Eso así, porque mi pensamiento y mi interés de aprender desde niño estuvieron focalizados en la historia, geografía, literatura, ciencias sociales y naturales, y todo lo demás, química, física, álgebra, matemáticas, geometría y trigonometría no solamente que nunca me interesaron, sino que me producían vómitos.

Es propicia la ocasión no solamente para ponderar la dedicación al estudio que denota Maxiel Elizabeth con su alta puntuación de 96.2, sino otro sesgo alto en la reputación en esta ocasión de Leonel Fernández, presidente de todos los dominicanos por la voluntad del 57% que depositamos el voto para su segundo reprisse en detentar los relámpagos breves del mando supremo en la conducción del destino nacional, por su vocación pertinaz de premiar y ponderar la luz del saber.

Devenido pobre al mundo de un padre guardia y de una madre enfermera, Leonel Fernández se empinó sobre sí mismo, escaló paciente, como es su estilo, los peldaños, uno a uno, ora de primarias, secundaria y universidad, hasta graduarse de doctor en leyes, ora como estudioso de la historia, las ciencias políticas, ora como colaborador muy adjunto al líder inolvidable profesor Juan Bosch, ora cortejando los fastos de la comunicación tanto como articulista fino como profesor de esa asignatura en la UASD y el PLD de sus delirios oníricos.

Sin denostar nunca a nadie. Sin, ni por atisbas cortejar la contumelia, excento de fusilar reputaciones como alguien que es líder de otro alguien…Paradojas del destino y cosas veredes, Sancho.

La irresistible vocación del presidente se manifiesta no solamente en premiar la excelencia estudiantil obedeciendo al eco de su conciencia que en una soterrada voz interior mandona le empuja a cortejar la dedicación al estudio y el ansia de luz en la gente menuda, adolescentes, adultos, y a todo el país, sino en concretizar ese delirio por impulsar la cultura y difundir el haz de la luz a tofos con la fundación de FUNGLODE, un foro permanente de discutir retos y dilucidar el trepidar y accionar del semoviente y movedizo hoy en todos los renglones de la cotidianidad.

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