Un anfibio veloz

<STRONG>Un anfibio veloz</STRONG>

Al tratarse de unos de los tramos marítimos con más tráfico de mundo, el Canal de La Mancha, el reto a superar era de una envergadura trascendental. Finalmente, el Rinspeed Splash, pilotado por Frank M. Rinderknecht, consiguió entrar en el libro Guinness de los récords al fijar un tiempo de 3 horas, 3 minutos, 47 segundos.

Tras su espectacular presentación en el Salón de Ginebra de 2004, el Splash, un auto anfibio creado por la casa suiza Rinspeed, ha querido dar un salto cualitativo con el objetivo de ser más conocido entre el gran público. Eso fue lo que llevo a su dueño y piloto de la expedición, Rinderknecht, a querer cruzar con el Splash los 36 kilómetros que separa el puerto británico de Dover con la localidad francesa de Sangatte.

En principio el desafío no implicaría una dificultad extrema, ya que la particular embarcación es capaz de desarrollar 140 caballos de potencia que suponen alcanzar velocidades puntas de hasta 80 kilómetros por hora elevándose sobre el agua. El motor Webber está turboalimentado, posee dos cilindros y tiene 750 centímetros cúbicos, con lo que su fiable comportamiento está prácticamente garantizado, tanto en agua como en tierra. Las complicaciones llegarían por el tramo elegido para el cruce: el Canal de la Mancha.

El transitado tramo de mar se puede comparar a una calle céntrica de una gran ciudad en hora punta. Las embarcaciones, de todos los tamaños y colores, impidieron demostrar al Rinspeed Splash todo su potencial competitivo. Esta circunstancia le obligó a describir sobre el agua, trazadas sinuosas que le alejaban de alcanzar el objetivo estipulado, e incluso, hacían peligrar la verticalidad de la navegación.

El otro obstáculo ha sido la gran cantidad de corrientes que a lo largo del recorrido se encontraron. Para lograr el reto, este ‘auto-anfibio’ tenía una peculiaridad que otros proyectos similares anteriormente presentados no tenían. Se trata de unas alas extensibles en la parte inferior sobre las que se levantaba el resto de la carrocería. Esta característica permite al Splash tener sensaciones similares a las de un hidroavión, rozando el agua y no desplazándola.

El propio Frank M. Rinderknecht declaró, tras llegar a Sangatte, «durante las más de tres horas de la travesía he tenido la sensación de estar sobre una tabla de surf».

Para la firma suiza, el haber entrado en el Guinness supone algo más que un simple reto. Es una reafirmación por la cual un país tranquilo, boscoso, con grandes lagos, y de cumbres colosales, puede estar a la altura de las potencias navales. Esa fue la idea con la que nació el proyecto de Rinspeed «Splash» y con el que dos años más tarde ha culminado en las orillas de la costa francesa.

La modificación más asombrosa del anfibio, en lo que al aspecto externo se refiere, es ‘la piel externa’ de la que está construido. Con una pintura brillante preparada por Bayer MaterialScience, esta especie de bólido acuático se ha preocupado por el medio ambiente, ya que está fabricado con pinturas ecológicas.

Pero lo que verdaderamente le otorga un sello distintivo es un parabrisa que protege al piloto de las salpicaduras de agua y asegura una visión nítida.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas