“Cuando la mente se une al corazón todo es posible.
Si decides vivir todas tus capacidades para hacer el bien, la vida es deleite”.
Abuela Margarita.
Un nuevo año siempre trae la esperanza de “volver a empezar”. Es un capitulo en blanco que espera ser escrito. Sarah Ban Breathnach dice que en el inicio de un año surgen nuevas preguntas que plantear, comprender y amar. Este fin de semana estuve de cumpleaños, que es una manera de iniciar el año, y aunque siempre me ha gustado celebrar, esta vez fue particularmente especial para mí.
Hace un par de meses, con la abuela Margarita aprendí un poco acerca de los ciclos de la vida según la cultura Maya. Esta sabia mujer, heredera de la tradición y conocimientos de sus ancestros, me dijo que en su cultura, cuando las personas llegan a los 52 años están listas para abrirse a una maternidad y paternidad universal.
La numerología divide el tiempo y lo agrupa en distintos períodos e intervalos, en los cuáles se generan diferentes vibraciones energéticas, que influyen directamente en nuestro desarrollo personal y crecimiento espiritual. A los 52 años recobramos la libertad que entregamos a los hijos, la casa, el trabajo y la familia, y la persona queda libre para compartir su sabiduría y su camino con otros.
Los Mayas conocían el «año galáctico», el período de 26,000 años en que el eje de la tierra gira en torno a las constelaciones de los doce signos del zodíaco. Este ciclo, conocido por los astrónomos como giro de precesión, se divide en cinco subciclos de 5,200 años, que en el ser humano, corresponden a 52 años de vida (4 ciclos de 13 años).
Por la experiencia genealógica, he hecho algunas asociaciones. El primer período de 0-13 años se relaciona con el mundo material, y en él aprendemos acerca de los límites, el cuerpo, las necesidades y la seguridad. El segundo período de 13-26 años se relaciona con el deseo, la creatividad y la sexualidad. El tercer período de 26-39 años se relaciona con la madurez emocional, la pasión y las buenas relaciones. El cuarto período de 39-52 años se relaciona con la mente, las creencias y los pensamientos con los que creamos la realidad que vivimos.
En metagenealogía, en el primer período superamos los asuntos relacionados con los hermanos y con nosotros mismos, en el segundo con nuestros padres, en el tercero con los abuelos y en el cuarto con los bisabuelos. De este modo, quien se ha desarrollado acorde a los ciclos naturales, a los 52 años queda libre de las implicaciones familiares, y queda disponible como recurso de sabiduría para sus congéneres.
De los 52 a los 65 años, se renueva la existencia y ocurren cambios que nos ayudan a tomar una dirección directa a la exaltación de la misión de vida. En el mundo maya tradicional, cuando alguien llegaba a esta edad abandonaba su morada y todas sus pertenencias, llevándose sólo lo básico. Este ritual de paso se llama «devolver la casa a la tierra», y es una manera de morir sin dejar el cuerpo físico.
Un año nuevo siempre trae un sinfín de oportunidades. Cuando se han vivido 18,980 días (52 años), la persona ha recorrido 73 patrones de 260 días, que corresponde a un ciclo solar-galáctico. Cumplir esta edad es tomar un pasaje al país de la transformación, las oportunidades, y el crecimiento personal.
En un retiro con la abuela Margarita a finales del 2017, en el rancho ecológico “El Campeche”, fui testigo de un ritual que ella le celebró a 7 mujeres que habían pasado los 52 años. Sentadas en cículo frente al fuego, cada una tenía 4 atados de 13 palitos cada una, representando el recorrido que habían vivido.
En una ceremonia segura, hermosa y sagrada, las mujeres se despidieron de su pasado y lo entregaron al abuelo fuego para que lo transformara en poder, y ellas quedar libres para servir al mundo como “abuelas universales”. Desde ese momento, estuve contando con alegría cada día que me llevaría a vivir esa memorable experiencia.
Todos hemos cometido muchos errores. Lo importante es tomar los regalos, aprendizajes y experiencias del pasado, para ir hacia el futuro “completos” y “reseteados”, y usar el poder que nos da la sabiduría para crear los cambios que nos devuelvan a la integridad con que nos creó el Gran espíritu.
En el judaísmo, también hay un ritual de paso a los 52 años, en el que se abandona lo viejo. La persona entra sola a una cabaña y luego de dejar ir sus memorias de dolor, quema sus ropas y sale con una vestidura nueva.
Los deseos de nuevo año de los hebreos se enfocan en “lo bueno”, en vez de hacerlo en “lo feliz” como hacemos nosotros. Le pregunté a un amigo rabino las razones por las que hacían esto, y me contestó: “Karina, el génesis relata que Dios contempló su obra y dijo que todo era bueno. Los judíos escogemos lo bueno, como nos enseña el Altísimo. La felicidad no siempre abarca lo bueno. En cambio, lo bueno siempre incluye a la felicidad”.
La palabra bueno viene de la palabra latina “bonus”, cuya raíz indoeuropea “deu” significa “hacer con eficiencia”. ¿Qué consideración llevo a Dios a decir que el mundo que creó es bueno? Los comentaristas de la Torá dicen que la palabra bueno indica que cada parte de la creación cumple con el propósito de Dios.
Dios nos ha creado a todos con propósito, y cada parte de Su creación es buena porque es justo “lo que debía ser”. Así, cuando deseamos a alguien que su año sea “bueno”, el significado profundo es desearle que logre el propósito de Dios para su vida, para que haga lo que tiene que hacer según Sus planes.
El propósito es lo que llena de significado a los años que hemos vivido, no la felicidad que experimentamos. Desde una perspectiva espiritual, un año bueno contiene muchísima más bendición que un año feliz. Implica poder asentir a “lo que es”, sabiendo que todo lo creado tiene un propósito.
En un artículo publicado en la revista Atlantic Monthly titulado “Ser feliz no lo es todo en la vida”, la autora Emily Esfahani Smith, señala que aunque los investigadores están de acuerdo en que una vida significativa y una vida feliz coinciden en ciertas cosas, en realidad son muy diferentes una de otra.
Tener una vida feliz está asociado con ser un “tomador”, que es una característica de la relación de dependencia que viven los niños. En cambio, tener una vida significativa está asociado con ser un “dador”, que es lo que distingue la relación adulta de autodependencia, que reconoce que “tener” sólo tiene sentido al “compartir” con los demás.
En el reportaje, Smith cita a Kathleen Vohs, una de las autoras de un novedoso estudio de psicología positiva, quien dice que la gente feliz obtiene su alegría de “recibir” de los demás, mientras que la gente que tiene una vida significativa obtiene su alegría de “dar” a los demás.
Una poderosa idea que los psicólogos han expresado es que la felicidad es un subproducto de una vida con significado. Paradójicamente, cuando dejamos de ir tras la felicidad para enfocarnos en un objetivo más elevado, la felicidad nos sorprende y llega con una fuerza que jamás imaginamos fuera posible.
La escritora británica Agatha Christie dice: “Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único”. Tener un año bueno es vivir alineados a los propósitos que Dios tiene para nosotros. Cuando avanzamos en el sentido (dirección) que el Creador diseñó para nuestro camino, TODO lo que ocurre es bueno.
Cuando deseo a otros un año bueno, los invito a ir más allá de “disfrutar” el tiempo, para mirar -y reconocer- la superioridad del significado, por encima de la alegría del momento. Adicionalmente, les deseo que sea “dulce” para que vivir los propósitos divinos sea también agradable.
La miel, el alimento dulce que representa la pureza, no debe faltar en un ritual. Aprendí sus beneficios con el psicomago Alejandro Jodorowsky. El néctar producido por las abejas tiene innumerables atributos nutricionales, terapéuticos y espirituales.
Las citas bíblicas mencionan que la miel era usada como un alimento sagrado y sano. La miel es la única substancia alimenticia en el planeta que no se daña ni se corrompe. Este dulce alimento tiene maravillosas propiedades antisépticas y antimicrobianas.
Espiritualmente, la miel se asocia con la naturaleza Crística en nosotros, por lo que se utiliza para sintonizar con la prosperidad.
Con este natalicio empiezo un ciclo de conocimiento y servicio. Tomo la oportunidad que me da la vida de ser abuela universal, para desearme a mí misma un año “dulce y bueno”, que es lo mismo que declarar que me rindo al cumplimiento de los planes de Dios en mi vida y que lo hago con agrado y deleite.