Un año escolar complejo, un desafío vigente

Un año escolar complejo, un desafío vigente

Elisa Elena González

El pasado día primero de junio la Iniciativa por una Educación de Calidad (IDEC) presentó su informe de seguimiento 2020 a las políticas educativas del subsistema preuniversitario a nivel nacional.

De acuerdo al IDEC, las estimaciones poblacionales indican que 406,793 niños, niñas y adolescentes entre 3 y 17 años no están escolarizados; esto representa un reto importante para el país porque desde la perspectiva de derecho, ningún niño, niña o adolescente debe quedarse atrás y sobretodo porque en la meta nacional en materia de repitencia no estamos en el mejor escenario: vamos en el 31% de la meta prevista para el pasado año escolar 2019-2020.

En términos curriculares es imperante contar con una estrategia de continuidad y que las transformaciones que vayan surgiendo al currículo estén basadas en evidencias, resultados de estudios y sistematizaciones; teniendo en cuenta la importancia de ejes transversales como la ciudadanía activa, la protección al medio ambiente, las ciencias, el arte, recreación y el deporte, así como la incorporación de una educación sexual y psicoafectiva capaz de generar habilidades para la vida de nuestros estudiantes.

Todo esto, nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad el organismo rector en centrar su mirada y toda la voluntad política de los estamentos gubernamentales, para:

§ Despolitizar el sector educativo, fortalecer, dar continuidad coherente a los acuerdos nacionales y las políticas públicas. La necesidad de potencializar el desarrollo de capacitad a nivel de los Centros Educativos;

§ Promover estrategias pedagógicas consistentes y coherentes con el nivel, edad y expectativas de los estudiantes;

§ Desarrollar las Comunidades de Aprendizajes a través de direcciones de centros con capacidad de ejercer un liderazgo académico y mecanismos de colaboración docente, que faciliten y promuevan el desarrollo de una cultura centrada en la mejora continua de los aprendizajes de los estudiantes;

§ Desarrollar acciones con la población estudiantil para subsanar las deficiencias que resultan de las evaluaciones aplicadas como programas de tutorías y nivelación;

§ Asegurar recursos didácticos coherentes y en consonancia con los procesos de formación docente: Libros de texto individuales, adaptados al nuevo currículo, complementar con recursos digitales con enfoque global y posibilidad de actualización continua.

Queda un camino arduo por recorrer, lo importante ahora es continuar y apretar el paso del trayecto teniendo en cuenta que los estudiantes son nuestro norte, a ellos les debemos seriedad, independencia, criterio y por sobre todo resultados. A ellos y a nadie más.