El pasado sábado 31 de diciembre llegó el final del periodo de doce años que señala el calendario que comienza el primero de enero y termina con los esperados cañonazos el último día de diciembre, 2022. Con ello se abre paso un nuevo año de esperanzas, alegrías e ilusiones que, como diría el recordado y popular Rodriguito, “La vida no se detiene, prosigue su agitado curso”. En su largo discurrir pasamos por diferentes etapas nos parece a unos más largo o más corto que el año o años anteriores según sea nuestra suerte y la edad que nos acompaña y que avanza dejando, en su trascurrir sus huellas inefables, momentos de grata e imborrable recordación para tantas personas cautivas de su mala suerte o alborozadas, llenas de satisfacción y orgullo por los logros y metas alcanzadas, siendo su mayor regalo, ser objeto de gratitud y reconocimiento no solo de familiares, amigos y relacionados, en su empeño y afanes de ser y ser visto cada vez mejor digno de mayor estimulo de sus semejantes por su desempeño de labores cotidianas en diversas especialidades, en el marco de la política , las bellas artes, la literatura, el empresariado. Sin excluir misioneros religiosos, maestros educadores científicos o deportistas y para usted de contar , sin dejar de padecer, como contra partida, situaciones y momentos de dolor y tristeza de aflicciones, por quebrantos de salud, o perdidas de familiares y amigos y aun de personas para el desconocidas que suelen ser víctimas de asesinatos, atropellos, abusos y crueldades, particularmente contra mujeres jóvenes y menores de edad, abusados sexualmente y victimadas de otras maldades cometidas por gente sin corazón ni escrúpulos, infames, capaces de los crímenes más horrendos, como vienen aconteciendo de manera permanente y cada vez con mayor frecuencia, impunidad, temeridad y sadismo.
Y así transcurre nuestro diario vivir entre noticias y vivencias bien recibidas unas tantas y otras penosas y desdichadas, de personas conocidas de nuestra intimidad familiar o reconocidas por su buen vivir exitoso que dejan un cumulo de gratos recuerdos y serán por siempre bien recordados, distinto a tantos otros seres miserables que por desdicha por su mal vivir. merecerán el desprecio y el merecido castigo aquí en tierra que recoge la historia que nunca termina. o en lo alto de los cielos. Para ellos los primeros serán siempre recordados. Pasaran años y hechos dolorosos como pasa todo ser humano a la hora de su muerte por fallecimiento, quebrantos de salud o víctimas de epidemias luctuosas como el COVID que llegó para quedarse por tiempo indefinido, llevándose consigo seres queridos que nos enlútese, siendo parte o no de nuestra familia, o, en el peor de los casos personas inocentes, víctima de rufianes y malhechores autores de episodios desgarrantes que, de una forma u otra tendrán que rendir cuentas aquí en la tierra como en lo alto de los cielos.