LUIS MÁRQUEZ 
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Revisando un trabajo publicado en la Revista “The Wester Horseman”, de Colorado Springs, Colorado, en la que da cuenta de un aparato ordenador de una computadora que registra las castañas del caballo –que son equivalente a las huellas digitales humanas- para identificar positiva durante toda la vida del animal.
Se robaron el caballo de Vern Taylor. El sabía quién se lo había llevado y donde estaba; pero el caballo murió antes de que pudiera reunir las pruebas legales necesarias para recuperarlo: Un animoso, pero tramposo tipo de Nueva York, corrió dos caballos idénticos con el mismo nombre. El lento corrió y el momio subió. Después lo sustituyó el “doble” veloz y el caballista sin escrúpulo gozó un platal…bueno, hasta que fue aprendido.
Tres yeguas coloradas fueron enviadas en un transporte comercial, una para ser cubierta, otra para comenzar a ser puesta en entrenamiento y la tercera para correr. La lista para correr llegó a la granja para ser cubierta, la reproductura fue a dar a quien debía iniciar sus actividades en la pista al hipódromo para correr. Estos incidentes y otros semejantes convencieron a Vern Taylor, que de debía haber un sistema mejor para identificar caballos.
