Un arrastre indiscriminado

Un arrastre indiscriminado

Las pasadas elecciones del 16 de mayo último demostraron que la confección del padrón de parte de la Junta Central Electoral (JCE) estuvo, no solo bien organizado, sino de muy alta credibilidad; sin embargo, la decisión de la JCE de votar en dos boletas, la A para senadores y diputados y la B para alcaldes y regidores, no estuvo nada acertada, ya que muchos votantes quisieron depositar el sufragio por diputados de otros partidos políticos y el senador de otro y sin embargo, como consecuencia del arrastre obligado, se vieron compelidos a votar por el senador y los diputados del mismo partido político, una gran incongruencia, ya que estamos -se supone- en una democracia representativa en la que se puede elegir libremente al candidato de su preferencia.

Para evitar esta consecuencia inevitable del voto forzado por candidatos  de la no preferencia del elector, la JCE debió crear una tercera boleta C en donde se pudiese elegir candidatos de otro partido político.  De ese modo, el que sufraga tiene la excelente opción de votar por el senador en una boleta, el diputado en la otra, sin que sea necesario especificar del mismo partido político y el Alcalde y regidores en otra.  Ahora bien, aparentemente la JCE por motivos económicos decidió elaborar la boleta A de arrastre, lo cual sin ella proponérselo, perjudicó a excelentes candidatos a diputado de otra parcela política.

Se ha afirmado con justeza que la campaña política es muy prolongada.  Por eso, entendemos que la JCE debería limitarla a dos meses, ya que lo que es igual no es ventaja.  Además, se economizarían grandes recursos económicos que podrían ser destinados a la construcción de clínicas o escuelas públicas. También es impostergable que el Congreso se aboque a conocer la Ley de Partidos Políticos, que de no ser aprobada, la JCE podría negarse a suministrar los fondos para que los partidos políticos hagan campaña, evitando el dispendio y la utilización de recursos estatales para promover sus candidatos.

Es imperativo que se regule, tanto la duración de la campaña política como los enormes recursos que se dilapidan en promover candidatos con rostros desagradables y que de seguro los creadores de imagen ni siquiera lo evalúan.  Si muchos candidatos supieran lo ridículo que se ven cuando se tumban un cuarto de siglo de apariencia, de seguro no lo harían, ya que constituyen el hazmerreír de los que lo conocen como realmente son.

Si la JCE realmente quiere que la ciudadanía le deposite enteramente su confianza, deben iniciar desde ahora, una boleta que realmente le permita al elector depositar el voto por él o los candidatos de su preferencia. Obrando de ese modo, se quitarían de encima la suspicacia que levantó entre los que fuimos a las urnas, de que realmente querían favorecer a candidatos repudiables. La misma JCE debió también intervenir, para que el Poder Ejecutivo no alargase el feriado desde medio día del sábado hasta medio día del lunes. En definitiva, la gran mayoría se tomó el sábado completo y el lunes, ya que estos tres días significaron un duplicado de la Semana Santa, lo cual contribuyó significativamente a que la abstención rondara el 60% como lo entendieron los observadores de la OEA. 

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