Un asunto de Seguridad Nacional

Un asunto de Seguridad Nacional

LEANDRO GUZMAN
El tema de Haití sigue en el debate y no es para menos. Haití y la República Dominicana comparten la misma isla Española y los problemas existentes en cada una de las dos naciones las afectan recíprocamente. Es quizás por eso que cada cierto tiempo se celebran encuentros, conferencias, seminarios y foros para tratar los asuntos bilaterales, pero de las palabras a los hechos ha habido un largo trecho. Justo hace unos días, se celebró en el país el “Segundo Foro de Desarrollo Fronterizo”, en esta ocasión dedicado al medio ambiente y los recursos naturales. Los participantes consideraron como “fundamental” la reactivación del grupo de trabajo sobre temas ambientales dentro de la Comisión Mixta Bilateral de Haití y la República Dominicana, con la finalidad de adoptar medidas conjuntas que detengan la destrucción de la vida en la frontera.

Uno se pregunta ¿cuándo será posible reactivar ese grupo de trabajo, cuando ni siquiera la propia Comisión Mixta logra reunirse? ¿Está vigente esa Comisión? ¿Quiénes la integran? Estas preguntas son formuladas porque desde la época de Balaguer, pasando por los sucesivos gobiernos de Hipólito Mejía y Leonel Fernández, se habla de la dichosa Comisión Mixta Bilateral Dominico-Haitiana y hoy día el pueblo no sabe quiénes la integran para atribuirle la responsabilidad necesaria por su evidente apatía. Cada vez que se trata este tema, surge la impresión de que a ninguna de las partes les interesa reunirse, cuando el debate de los problemas comunes a los dos países, tratados a nivel oficial, constituyen un asunto de Seguridad Nacional, tanto para Haití como para la República Dominicana.

La búsqueda de soluciones a esos problemas, caracterizados por la deforestación fronteriza-especialmente en Haití- el tráfico de armas, drogas, mercancías e indocumentados, debe ser tan prioritario como una de las prioridades más importantes del país, valga la redundancia.

La agencia GTZ alemana y otros organismos internacionales tratan de ayudar con recursos financieros, pero a menudo se presenta el problema de que para canalizar esas ayudas se encuentran con la falta de planes concretos e incluso el desconocimiento de quiénes son los funcionarios calificados para administrar los recursos.

Hay que ponderar los esfuerzos dominicanos, especialmente de las Fuerzas Armadas y otros organismos de inteligencia, para vigilar la frontera. Ha habido golpes duros al narcotráfico y al tráfico de mercancías e indocumentados.

Sin embargo, entendemos que esa labor debe ser fortalecida con mayores recursos financieros, pues no resulta fácil mantener miles de guardias en vigilia permanente en una frontera de casi 300 kilómetros, con puntos vulnerables donde los traficantes haitianos, en complicidad con dominicanos sin patriotismo, han abierto trillos por donde se cuelan hacia la República Dominicana.

En el supuesto de que se otorguen esos recursos y se amplíe la vigilancia, poco se gana si Haití no corresponde en la misma proporción, aunque sea solicitando ayuda a la comunidad internacional, a pesar de que esa Nación recibe más remesas de la diáspora haitiana, esparcida por Estados Unidos, Canadá y Europa, que las que recibe la República Dominicana. La pregunta del millón es ¿quién se queda con parte de esas remesas? ¿Se puede mostrar alguna obra de desarrollo importante en Haití que pueda explicar en qué se invierten los recursos millonarios que recibe?.

En cuanto a los problemas de la deforestación y el medio ambiente, todo está íntimamente ligado al escaso desarrollo, en un país donde la gente virtualmente muere de hambre y apela precisamente a destruir la Naturaleza para poder sobrevivir precariamente. Es por esa razón que los bosques de Haití han sido atrozmente talados para hacer carbón, con el propósito de usarlo y venderlo, puesto que los pobres de Haití carecen de energía eléctrica y no disfrutan de electrodomésticos que les permitan cocer sus alimentos.

En vista de que el presidente Leonel Fernández comparecerá ante las Naciones y se reunirá con importantes sectores económicos en los Estados Unidos, tras su asistencia en Cuba a la Conferencia de los Países No Alineados (NOAL), debería incluir en su agenda el punto básico de nuestras relaciones con Haití, amparado en el concepto de la Seguridad Nacional.

No hay que decir que si el proceso democrático en Haití no entra en una etapa de consolidación y desarrollo, todo lo que allí ocurra repercutirá de alguna manera en la República Dominicana, con riesgo incluso de que se afecte nuestra gobernabilidad.

Ese peligro, que es latente, hay que afrontarlo con iniciativas valientes, como si estuviéramos al borde de una situación impredecible, para no especular cuál sería su desenlace, en momentos en que parece indetenible la invasión pacífica de haitianos que huyen de la miseria, porque evidentemente que no pueden lanzarse al mar a que se los coman los tiburones.

Es por eso que decimos que este es, definitivamente, un asunto de Seguridad Nacional.

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