Un atentado contra la dignidad

Un atentado contra la dignidad

Millizen Uribe

La Constitución dominicana proclama que el Estado es social, por lo que su finalidad ha de ser la justicia social y el bienestar de todos sus ciudadanos. Esto es diferente a un Estado asistencialista.

El Estado social se ocupa de que haya sistemas de salud y educación públicos y de calidad. De igual manera, procura protección contra el desempleo, pensiones y ayudas económicas para personas sin recursos.

El asistencialismo consiste en otorgar bienes, servicios o subsidios de manera particular y sin base a una política pública. De ahí que cree una clara situación de dependencia de las personas que los reciban. Esto constituye una práctica negativa y contraproductiva para un Estado social porque mantiene y afianza los niveles de pobreza.

En nuestro país, el asistencialismo se ha arraigado y generalizado profundamente entre los actores del sistema político.

Para muestra un botón: La entrega de cajas y fundas navideñas, una de las escenas más lamentables y vergonzosas de esta época, porque exhibe: por un lado, la miseria y pobreza de una parte importante del pueblo dominicano y, por el otro, la frialdad y cinismo de la clase política tradicional.

En esta práctica incursionan instancias del gobierno y dirigentes políticos de los diferentes partidos tradicionales. Suele hacerse en el marco de un clima de desorden, donde se atropella a las personas física y moralmente, por lo que es un atentado a la dignidad, que nuestra Carta Magna recoge como un derecho fundamental.

La élite política opta por darle migajas a un pueblo hambriento, en lugar de usar los puestos de poder donde han estado y están para propugnar por políticas públicas tendentes a la creación del Estado social y el Estado de bienestar.

Evidencia cómo el balaguerismo, y no el boschismo, predomina en la praxis política dominicana. Al expresidente Joaquín Balaguer se le considera el fundador del clientelismo y asistencialismo post-trujillista. En tanto, la teoría boschista “se manifiesta contra todo lo que pueda representar el oscurantismo, caudillismo, dogmatismo, populismo, oportunismo e improvisación”.

Los defensores de esta práctica dirán que si no se incurre en el reparto, esas personas no tendrían qué comer ni siquiera esos dos días para los que tal vez alcanzan el arroz, el aceite, las habichuelas y la “pica pica” que tienen las cajas dentro, pero su rol ha de ser ejecutar políticas públicas que solucionen estos problemas de raíz.

La política del siglo XXI trasciende el boroneo y el contexto político, social y económico de República Dominicana requiere políticas públicas que hagan un país más justo, que le den al pueblo no sólo las boronas, porque este pueblo se lo merece todo.

Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital

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