Un auspicioso inicio

Un auspicioso inicio<BR>

 Varias veces recientemente me han preguntado, “¿cómo ves que va la cosa?”, siendo la “cosa” la marcha del nuevo gobierno del Presidente Medina. Cada vez he respondido más o menos lo mismo: “Muchísimo mejor de lo que auguraban los habituales pesimistas pero no tan bien como quisiera…”.

 Es un asombro lo bien que han ido saliendo las cosas para las nuevas autoridades. La estabilidad económica, que según tantas Casandras haría implosión tan pronto saliera Leonel Fernández del Palacio Nacional y se “sincerara” la tasa de cambio, hasta ahora se preserva y no hay indicios de ningún temor a catástrofes inmediatas.

 Quizás los dos mayores problemas que tiene actualmente el gobierno son la situación del negocio eléctrico y la creciente presión social exigiendo una adecuación de los términos del contrato del Estado con la Barrick.  A mi juicio, la situación de la electricidad no aguanta más parches ni más complicaciones. Reducida a su expresión más simple, ningún negocio que sólo cobre una parte de lo que produce puede ser viable. Tampoco puede prosperar un negocio cuyo marco legal ha quedado entrampado tras la re-estatización de las quebradas distribuidoras, cuando la Ley General de Electricidad contempla un modelo con protagonismo del sector privado, fuerte y sana supervisión vía la Superintendencia, y otros detalles distintos a como realmente marchan las cosas.

 Lo de Barrick también luce sencillo. Ellos pueden tener toda la razón legal del mundo, como creo la tienen al invocar sus derechos adquiridos contractualmente, pero también tiene razón el país al aspirar a que la amortización de la inversión en su planta de Pueblo Viejo no tenga prioridad sobre la amortización de la deuda social y la pobreza nacional.

 En cuanto a la intención de hacer discurrir por vía de tribunales los fallidos intentos políticos de descalificar al ex Presidente Fernández o intrigar para que un eventual resquebrajamiento de la unidad interna del PLD sirva para beneficiar al PRD, baste señalar que aún si ese propósito fuera viable, ¿puede el país entregarse en manos del perredeísmo, sin temor de que su festival de sillazos se dé en el Salón de las Cariátides?

 El Presidente Medina va bien. Su estilo, distinto a lo anterior, y el fondo de su accionar, prometen una dinamización de la producción agropecuaria, el mantenimiento de la estabilidad, la perspectiva de más crecimiento y – sobre todo – mantener viva la esperanza en un país mejor.

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