Me llama la atención un enorme bajante que desciende desde lo alto de un edificio ubicado en la esquina formada por las avenidas Tiradentes con la 27 de Febrero. Estoy obligado a verlo cada día porque queda muy cerca de mi oficina, pero lógicamente asumo que hay otros muchos del mismo o similar tamaño colgados en otras tantas partes de la ciudad y del país.
Me choca, no tanto, su tamaño gigantesco, del que estamos más que acostumbrados, comercial y políticamente hablando, que viene a ser casi la misma cosa; la composición del diagrama, los colores nacionales de fondo y tres personajes anónimos, supuestamente representantes de sectores sociales: una joven estudiante, una dama de clase media y un obrero, todos blancos, y, naturalmente, la efigie inconfundible del Presidente de la República.
El anuncio lo patrocina una llamada Cruzada por el Progreso (sic). Pero lo que realmente me chocó fue el mensaje que contiene, dice así: ¡Tenemos Derecho de Decidir!. (Es decir, ellos, no nosotros.) Más abajo, LEONEL. Ese sólo nombre, rubricado, que llena cualquier vacío.Por lo dicho, temo no equivocarme si asumo que se trata de una propaganda política de simpatizantes que tratan de persuadir al Presidente para que siga gobernando y se postule de nuevo para el próximo período electoral, así tenga que violentar o reformar la Constitución que él prohijó con su partido, sus aliados y asociados.
Nadie duda, yo menos, que cada ciudadano tiene derecho a decidir lo que entienda que es justo o lo que más convenga a la nación o a sus intereses particulares, buenos o malos. Eso queda fuera de toda discusión. Lo patético del caso, es que esos promotores del vuelve y vuelve ya decidieron, y ahora apuestan al olvido de los demás. Olvidan los principios fundamentales de la democracia representativa. Que las decisiones adoptadas por mayorías deben acatarse, y que la Constitución de la República, como norma superior, debe respetarse, estemos o no de acuerdo con ella.
Olvidan, en fin, que fueron ellos, los únicos representados con voz y voto, los que decidieron todo. A través de sus partidos y sus alianzas, ejerciendo el poder político, decidieron constituirse en la Asamblea Revisora (sic), para conocer y decidir una nueva Constitución. Eliminar el nunca jamás del antiguo Artículo 49, (lo que parece justo) y, para su conveniencia, decidieron darle al gobernante de turno, luego de un segundo período electoral consecutivo, la oportunidad de volver a postularle, pasado un intervalo de su período de gobierno. Así quedó plasmado en el Artículo 124 de la Constitución, proclamada el 26 de enero del 2010: El Poder Ejecutivo se ejerce por el o la presidenta (sic) de la República, quien será elegido cada cuatro años por voto directo y no podrá ser electo para el período constitucional siguiente.
Esa reforma le negó al pueblo su derecho soberano que auténticamente le corresponde, de decidir su destino; y de proclamar, pura y simplemente la NO REELECCION, causa endémica de tantos males, al no tener posibilidad de expresarse y decidir, mediante una Asamblea Constituyente, los demás sectores y clases que constituyen la nación dominicana.